Este 2021 está siendo un año muy especial para Haizea Sayar (Irun, 1984), la diseñadora y creadora de la firma Alabama Banana, famosa por sus chaquetas vaqueras con ilustraciones en la espalda pintadas a mano, que ha conquistado a muchos rostros famosos del mundo de la televisión, la música y la moda, y a grandes empresas como Netflix, con la que ha colaborado en un importante proyecto este verano.
Su estilo es muy fresco y colorido, y entre sus ilustraciones destacan carteles de Las Vegas, obras de arte de Mondrian o Kandinsky, personajes famosos como Frida Kahlo o Kurt Kobain... pero también ofrece la posibilidad de personalizar las prendas a gusto del cliente. Esta guipuzcoana instalada en Madrid desde hace ocho años creó Alabama Banana en 2017, y en estos últimos meses se ha convertido en una de las marcas de las que todo el mundo habla.
Este verano recibió una llamada de Netflix que en parte cambió todos sus planes...
Sí, estaba pasando unos días en la zona de Hendaia con mis padres y de repente me contactaron por email e Instagram diciendo que querían hablar conmigo, pero sin darme muchos más detalles. Era todo muy confidencial. Cuando finalmente hablé con ellos y me explicaron de qué se trataba, de confeccionar 35 chaquetas para una acción de promoción para la película Fuimos canciones, de cara al estreno en Netflix, dije que sí al momento. No me lo podía creer y me puse a gritar de la emoción. ¡Una llamada de Netflix no se recibe todos los días! Además, ya conocía el contexto de la peli porque me había leído los libros de Elisabet Benavent en los que está inspirada. La idea era entregar después esas chaquetas a influencers y actrices para promocionar el estreno. Tuvo bastante repercusión, muchas de ellas las sacaron en sus redes sociales, aunque otras no... Imagino que a algunas les deben de regalar tantas cosas que ni saben apreciarlas, pero bueno... Yo me quedé muy contenta con el trabajo realizado.
¿Cómo encaró este proyecto, porque no debe ser fácil hacer tanta chaqueta de golpe?
Me dediqué de lleno a él. Todos los encargos anteriores los adelanté para no tener nada pendiente y así poder dedicar todo el mes a ese proyecto.
¿Le dieron libertad a la hora de elegir las ilustraciones de las chaquetas?
Sí, sus indicaciones fueron que viera la película un par de veces y me inspirase en ella. Después yo les planteé dos diseños y enseguida me lo aprobaron con unos mínimos cambios.
¿Le pilló por sorpresa este encargo? Porque hasta ahora ya había hecho colaboraciones con otras marcas potentes como Levi’s.
No me lo esperaba para nada. De hecho, les pregunté a ver cómo me habían conocido y localizado. No me lo podía creer, pero al parecer salió mi nombre en alguna reunión porque alguien conocía mi trabajo por redes sociales. Con Levi’s ocurrió algo similar: hace dos o tres años me contactaron para participar en un taller de customización de prendas para el festival Mad Cool en Madrid. Acciones como estas te dan un empujón para seguir adelante y son muy gratificantes.
Actualmente vive en Madrid, pero se ha movido mucho antes de instalarse en esta ciudad.
Me encanta viajar. Soy licenciada en Bellas Artes por la UPV y cuando terminé me fui con una beca a Grecia, luego estuve un año en Madrid haciendo un curso y de ahí surgió la idea de ir a Londres para mejorar el inglés y aprender a buscarme la vida. Allí me tocó hacer un poco de todo, porque la vida en Londres es muy cara. ¡Hasta estuve en las Olimpiadas sirviendo cafés! Ahora estoy instalada en Madrid, pero desde que solo me dedico a Alabama Banana, sin otros trabajos secundarios, tengo más libertad de organizarme, viajar...
¿En qué momento surgió Alabama Banana?
En la época en la que estuve en Londres apenas tenía tiempo para pintar, lo tenía un poco aparcado, pero mi chico me animó a que volviese a coger los pinceles y empecé a darle vueltas a la idea de fusionar arte y moda y pintar chaquetas. Allí había muchos mercados con prendas customizadas, con adornos, tachuelas... Comencé a trabajar en mi proyecto y ya de vuelta en Madrid seguí con él, primero utilizando Instagram como escaparate, hasta que en 2017 participé en un mercado de diseño en Madrid para presentar la marca al público, algo que me sirvió como prueba para ver la reacción de la gente. Gustó mucho, entre otras cosas porque en ese momento fue una idea muy novedosa y pionera, ya que apenas había tres o cuatro marcas en España que se dedicaran a eso. Ahora hay más.
¿Cómo se dio cuenta de que Alabama Banana necesitaba todo su tiempo y dedicación y lo convirtió en prioridad?
Hace unos meses que empecé a ver que la marca podía funcionar por sí sola, sin tener que recurrir a otros trabajos que me permitiesen tener una base económica, y la gente de mi alrededor me animó a que me centrara solo en eso. Al principio me daba miedo dar el paso, pero finalmente en abril me lancé y decidí dedicarme cien por cien al arte. Pienso que el universo me está ayudando; me ha costado, pero creo que está pasando lo que tenía que pasar.
Su lema es Arte que se puede llevar
Claro, es como una obra de arte que puedes llevar puesta. Me gustó ese concepto, y aunque al principio me encontré con gente que tenía ciertas dudas, la perseverancia y la constancia me han traído hasta aquí. Era un proyecto muy intuitivo, yo no tenía ni idea de negocio, pero lo primero es creer en lo que haces. A los clientes les solía preocupar el cuidado de las chaquetas, pero aunque sean chaquetas pintadas se pueden lavar y tienen mucha vida. Yo tengo diseños que pinté hace tres años y están igual que el primer día, y eso que yo las maltrato un poco porque incluso las meto en la lavadora, aunque siempre recomiendo lavarlas a mano y con agua fría.
¿Cuál es la primera chaqueta que pintó?
Fue la de Pink Motel, que lleva unos colores muy chulos y todavía sigo haciéndola. Esa ilustración la he repetido un montón de veces porque sigue gustando mucho. La hice sobre una chaqueta mía, pero no la conservo porque en un mercado a alguien le gustó y se la vendí. Siempre me digo que me tengo que quedar algunas, pero si me encuentro con gente que las quiere comprar, pues al final las voy vendiendo. Hay algunas que me dan más pena que otras, pero no puedo quedarme todas.
¿Con este proyecto ha aunado sus dos pasiones, la pintura y el mundo textil?
La verdad es que estoy bastante desvinculada de todo lo que es el mundo de la moda, lo que quería era buscar una idea que me permitiese seguir pintando y que fuese algo que fuera más allá de un cuadro. De ahí el lema Arte que puedes llevar.
¿Y por qué eligió como lienzo la espalda de chaquetas vaqueras de corte vintage?
Me gusta apostar por la idea de moda sostenible y pintar sobre prendas vintage a las que se les puede dar una segunda vida. Me parece que son más especiales y a la hora de pintarlas el corte es mejor, la zona de la espalda tiene más espacio y cuando te la pones no se arruga el dibujo. Al principio me costó que la gente se metiera en ese estilo de cazadoras amplias y me preguntaban si no las tenía con corte de mujer, más entalladas, pero mi apuesta era esa.
¿Cuál es el proceso de trabajo?
Tengo un catálogo de ilustraciones en mi web, pero si se quiere otra ilustración personalizada le pregunto al cliente por sus gustos y le voy orientando con bocetos. Para las ilustraciones se usan pinturas textiles que se fijan con calor y después, aunque no es estrictamente necesario, les aplico un barniz para impermeabilizarlas.
¿Se pasa horas y horas pintando?
Sí, muchas, muchas. Cada chaqueta me suele llevar en torno a diez horas de trabajo. No es como pintar un cuadro en el que vas construyendo poco a poco. Aquí es más repetitivo y tienes que insistir en algunas zonas, porque el vaquero, aunque es un tejido muy chulo para pintar, absorbe muchísima cantidad de pintura, y entonces tengo que ir capa sobre capa.
Empezó con cazadoras vaqueras, pero también ha probado otros formatos.
Empecé con cazadoras denim, pero con el proyecto de Netflix el encargo fueron 35 americanas negras. Además, ahora estoy trabajando en otro proyecto con la marca Xti pintando sus accesorios: bolsos, zapatillas... Así que estoy ampliando mercado. Ya me atrevo con todo.
Hecha a mano y totalmente artesanal, su marca encaja a la perfección con denominado slow fashion
Por suerte cada vez se tiende más al slow fashion y mi marca desde luego que encaja en esta tendencia. No puedo hacer chaquetas fast, ni en serie... Imposible. Cada prenda tiene su tiempo, las hago con amor, no me gusta trabajar con prisa, y por eso digo que son prendas únicas.
Para darse a conocer también ha contado con numerosos rostros famosos. ¿Cómo surgen estas colaboraciones?
Con Pilar Rubio por ejemplo, su estilista me conoció en un mercado y surgió la posibilidad de que ella posara con una de mis chaquetas, luego además escribió un post sobre la marca en su blog. Por Instagram algunas actrices me siguen y han comprado algunas chaquetas o también surgen colaboraciones. Por ejemplo han posado con mis chaquetas Susana Abaitua, Brisa Fenoy, Mary Ruiz, Angie...
Sin olvidar a Jon Kortajarena...
Sí, aunque con Jon Kortajarena fue una pena porque en el editorial que publicó la revista GQ solo se le ve la chaqueta por delante. Una putada, porque aunque aparece el nombre de la firma, no luce apenas. Al parecer, la decisión de escoger ese look fue un poco improvisada porque durante la sesión una de las estilistas llevó una de mis chaquetas de Las Vegas, les gustó y se la pusieron para una de las fotos. Si lo hubiera sabido podía haber incluido alguna ilustración en la parte delantera. ¡Lo hubiera petado! Pero como es tan guapo, le quisieron hacer la foto por delante, claro. (Entre risas)
¿Cuáles son sus canales habituales de venta?
Al principio los mercados y alguna tienda en la que dejaba muestras, pero ahora sobre todo online. De cara a Navidad voy a participar en un mercado muy chulo que organiza Beefeater en Madrid, pero los mercados los voy a hacer de forma esporádica porque son días agotadores, de 12 horas, en los que tengo que ser una mujer orquesta, porque intentas pintar un poco para que vean tu forma de trabajar, les atiendes, te presentas...
¿Es lo que tiene ser autónomo, que le toca hacer un poco de todo?
¡Si yo no sabía ni hacer un presupuesto! Por suerte estoy en un coworking donde la gente siempre te echa una mano, mi chico también me ayuda, y alguna vez hasta mis padres. Yo no controlaba nada de money ni business, pero desde este verano me he puesto las pilas. Es una de las cosas que debería cambiar en las universidades, deberían enseñarte toda esa parte de economía necesaria para montar tu negocio, para emprender. Debería ser obligatorio. Y reconozco que es una asignatura que me daría pereza, pero es muy necesaria. Lo mismo que el inglés.
¿Una chaqueta de Alabama Banana puede ser un gran regalo para esta Navidad?
Por supuesto, es un superregalo. De hecho, el año pasado por estas fechas tuve muchos encargos de este tipo, así que espero que este año funcione igual de bien.