Conste que la que escribe estas líneas es una absoluta rendida a la cosa navideña y saldría a la calle con un espumillón a modo de bufanda sin mayores problemas. Pero hasta yo empiezo a pensar que se nos está yendo la pinza muy seriamente con la parafernalia navideña y esta especie de competición intercities de decoraciones que no parece tener límite.

Inevitable mencionar al faro del asunto, el alcalde de Vigo, que este año ha desplegado –¡desde el 15 de noviembre!– 12 millones de luces led, dos millones más que hace seis años. Cada vigués toca más a o menos a cuarenta lucecicas. En su cerrada competición de frenesí navideño, el alcalde de Madrid ha logrado colocar 13 millones de lucecicas: el dato per capita no tiene color, claro.

En Vitoria este año estrenamos noria. ¿Cuántos vitorianos no tienen a esta alturas su fotico con la noria? ¿Han logrado cuadrar el círculo de lo instagrameable con noria, tiovivo, musgo y torre de San Miguel, todo en el mismo plano? Ojo que en Murcia se han llevado a Richard Gere para encender las luces: oficial, caballero y técnico de iluminación.

Y yo que empiezo a echar de menos aquellas humildes luces navideñas de mi infancia... Recuerdo una guirnalda con forma de estrella fugaz en la torre de la iglesia de un pueblo camino del mío... Nos parecía el colmo de la innovación. No tenían el glamour ni el diseño de las de hoy, pero tenían ángel.