Si no fuera porque es muy serio, ahora abriríamos la sección de sujétame el cubata. Hace diez días, muchas ciudades de Estados Unidos fueron escenario de movilizaciones contra Donald Trump bajo el lema No kings –Reyes no–. En otras circunstancias y con otro personaje, mencionaría la sugerente paradoja de la elección del lema en el país que utilizó el término Camelot para referirse a la presidencia de Kennedy. El caso es que varios millones de personas se manifestaron a lo largo y ancho del país y Trump –ya saben, ni un día sin abrir la boca– contestó. Lo hizo con su juguete favorito, eso que llamamos Inteligencia Artificial, y un vídeo en el que aparece en plan Top Gun con una corona sobre su presidencial cabeza pilotando un caza con la inscripción King Trump –sutilezas, las justas–. El avión sobrevuela una manifestación anti Trump y deja caer sobre ellas cascadas de una sustancia marrón. Interpreten lo que consideren. Mientras, Trump ha comenzado las obras para construir un salón de baile en el ala este de la Casa Blanca. Hace unos días montó una especie de crowfunding luxury con nombres de relumbrón entre donantes republicanos y tecnológicas, por ejemplo, para financiar la obra, que se presupuestó en 200 millones de dólares y ya ha escalado a 300. Un salón de baile... Hablando de reyes y tal...
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