Dice uno de los viejillos de nuestro amado templo del cortado mañanero que él no se está sintiendo especial estos días a pesar de que está escuchando y leyendo a los juntaletras –léase, periodistas– que en la capital de este nuestro territorio se está celebrando un congreso mundial, planetario, universal o algo por el estilo. Nuestro querido escanciador de café y otras sustancias le ha echado en cara falta de orgullo patatero y ha utilizado esa táctica tan habitual entre estas cuatro paredes de acusarle de no creerse el centro del mundo como sí hacen otros que viven bien cerca. Con todo, el jefe del local tampoco es que haya acertado mucho a la hora de explicar exactamente de qué va el sarao en cuestión. Solo que está viniendo gente de alto copete, de la que tiene mando en plaza y decide cosas que nos van a cambiar la vida a quienes componemos la especie humana, si es que eso existe en realidad. Por de pronto, los viejillos no han visto entrar por la puerta a ningún mandamás al que poder tomar el pelo un poco y eso les tiene un tanto decepcionados. Para entretenerse están elaborando diferentes teorías sobre qué significa el nombre de la cosa, es decir, la Cumbre Global de la Alianza para el Gobierno Abierto. Y eso sí que está siendo unas risas.
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