Ayer visitó la capital alavesa el president de la Generalitat de Catalunya, Salvador Illa. Fue para él una visita intensa, llena de poso político y de visitas al corazón industrial de la CAV y a los máximos representantes institucionales del Gobierno Vasco y de la ciudad, sin olvidar su acto organizado por Grupo Noticias y Prensa Ibérica. Y, pese a una agenda de esas que a mí me atolondrarían, el otrora ministro de Sanidad, al que todo el mundo tuvo la ocasión de conocer al tener que lidiar con lo peor de la pandemia, encontró un hueco para hacer deporte entre las calles de Gasteiz y por parte del Anillo Verde. Se conoce que, además de los apriorismos asegurados en cada visita a esta tierra, con la gastronomía, el vino y el patrimonio como productos de venta asegurada entre aquellos que deciden conocer estos lares, las fortalezas de Vitoria, al menos, aquellas que trascienden, tienen mucho que ver con su calidad de vida y con su forma de entender la configuración urbana y el medio que la rodea. Apuestas respetadas desde hace años por unos y otros, de este y del otro partido, y que ya forman parte de ese ADN que define los valores que compartimos todos los que por suerte residimos en este ámbito municipal y que acostumbran a pasarnos desapercibidos en ocasiones.
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