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Mesa de Redacción

César Martín

Calor

Gasteiz tropical. El final de la primavera y el inicio del verano han dejado en estos lares termómetros apalancados por encima de los 35 grados centígrados y al personal, agobiado a más no poder, quejumbroso, ojeroso y con el temple una mieja desquiciado. La verdad, no me extraña. Intentar conciliar el sueño sumergido en un charco de sudor y asistiendo como testigos al siniestro bailoteo de mosquitos y similares sobre la cabeza de uno no son sensaciones proclives al sosiego espiritual. El cambio climático es así ahora, y empeorará en el futuro, por lo que más nos vale ir haciéndonos a la idea de episodios prolongados y reiterados de calor de aúpa como compañeros de vida o ahorrando para adquirir uno de esos aires acondicionados capaces de convertir la sala de un piso estándar en una extensión del Ártico. Lo que antaño eran días sueltos y muy contados en el calendario, con un sol caballeroso, que acostumbraba a dejar paso al fresco por las tardes, ahora son jornadas enteras de calorina sin pausa que se han convertido en la tónica habitual cuando en mayo ya se atisba la llegada de San Juan, el estío, las vacaciones y toda la parafernalia adyacente. Solo de pensarlo, se me enreda el tupé. En fin, que Dios nos pille confesados.