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Mesa de Redacción

César Martín

Suciedad

Hay cosas que sigo sin entender pese a haberlas reflexionado durante décadas. Entre ellas, que existan personas capaces de desatender sus obligaciones de ciudadanía a la hora de mantener esta ciudad y sus calles con un mínimo de decencia. Supongo que es un tema recurrente y que por mucho que se invierta en educación y en acciones de sensibilización siempre hay un porcentaje de humanos incapaces de asimilar los mismos valores que el resto y que disfrutan del medio urbano como si este fuera una cochiquera y ellos, sus únicos moradores.

No ha pasado mucho tiempo desde que describí en este pequeño rincón cómo había descubierto a gente a plena luz del día deshaciéndose de sus residuos sólidos urbanos en una zona alejada decenas de metros de cualquier isla de reciclaje. Sin muchos miramientos y con la alevosía suficiente como para entender que el acto era querido, desinhibido y que, por lo visto, podía tener precedentes. Ayer, volví a ver una escena similar. Mismas actitudes en una zona muy cercana a la anterior. Todo ello me lleva a pensar que las continuas reclamaciones ciudadanas sobre la suciedad de la capital no tienen en cuenta que, entre los vecinos, existe un porcentaje de guarros a los que siempre será mejor dar de comer aparte.