“La convocatoria del Cecopi se llevó a cabo con una gran demora, a lo que ha de sumarse que la toma de decisiones por la administración autonómica destinada a alertar a la población se produjo con un retraso todavía mayor”. Si no fuera porque la dana que arrasó el Levante español el pasado octubre dejó 225 muertos y tres desaparecidos, además de innumerables daños materiales que han vuelto del revés la vida de miles de personas, la frase que recoge en su auto la jueza de Catarroja que investiga la gestión del desastre casi remitiría a una escena cómica tipo camarote de los Hermanos Marx. El auto es brutal, recoge decenas de llamadas de aquel día al 112: “En Utiel, mujer de 82 años no puede subir a la planta superior”. Eran las 14.01, seis horas antes de que se lanzara la alerta general a los móviles. “El problema no radica en la falta de información, la había sobrada y por innumerables medios (...), sino en el hecho de que esta se ignorara o no se comprendiera su alcance”, afirma la jueza. Y Carlos Mazón responde: “Más allá de los sentimientos, yo estoy muy seguro de que la Generalitat ha actuado con la mayor y la mejor diligencia en todo momento”. Sostenella y no enmendalla. En esta historia, alguno creo que está ya más a su defensa que a otra cosa, incluida una carrera política más zombie que viva. Más allá de los sentimientos.