Vivimos tiempos de matonismo. Hay matonismo físico, la superioridad de la violencia de toda la vida, y hay matonismo de poder, de abuso de poder, de listillos venidos a más. El triunfo de los listillos: la extinción de la humanidad en la amplia acepción del término. Epítome del asunto, la escena del sofá vivida en la Casa Blanca por Volodímir Zelenski a manos de Donald Trump y su subalterno J.D. Vance. “Ahora mismo usted no está en el mejor de los sitios. Sin nosotros, no tiene las cartas para ganar”, le espetó el promotor inmobiliario a Zelenski ante la prensa. Se lo dijo a un tipo que viene de un país en guerra y le habló de la guerra como si fuera una compra de terrenos. Esa clase de gente hemos llevado al poder, matones y listillos. La ¿diplomacia? entendida como humillación. Como dice el aforismo, fuerte con el débil, débil con el fuerte. “Está jugando con la tercera guerra mundial”, proclamó Trump, que habla de guerra pensando que nunca va a llegar a la puerta de su casa. Si pronunciarse en esos términos no fuera ya suficientemente inquietante, resulta estremecedor pensar qué compañeros de viaje ha elegido Trump y con él, EEUU, en ese escenario. La UE está ante su gran encrucijada, está en juego la democracia.