Síguenos en redes sociales:

Mesa de Redacción

Miren Ibáñez

Alien

Hace 47 años, la NASA lanzó la misión Voyager que, entre otras cosas, envió un par de discos fonográficos de cobre recubiertos de oro con música –por ejemplo La Flauta Mágica de Mozart y el Canto Nocturno de los Indios Navajos–, saludos en distintos idiomas e imágenes de la Tierra, todo ello elegido por un comité universitario que lideró Carl Sagan. Décadas surcando el espacio y no tenemos noticia de que alguna criatura extraterrestre se haya topado con los discos. Pensaba en esto porque imagínense que llega a la Tierra, como un moderno Gurb, algún alien curioso seducido por el contenido de esos discos. Como todo el mundo sabe, gracias fundamentalmente a Hollywood, si llegan los extraterrestres lo harán primero a Estados Unidos y con dos opciones preferentes: algún remoto pueblo del Medio Oeste o Washington. ¿Hemos medido el percal que se pueden encontrar como les dé por aterrizar en la Casa Blanca? Porque hay ahí un señor armado con un rotulador firmando decretos desaforadamente que dice cosas abracadabrantes hasta para el más exótico de los alienígenas. Y ya ha amenazado con la conquista de Marte, que no sé cómo se lo habrán tomado los marcianos. Creo que Sagan dijo algo así como que un organismo en guerra consigo mismo está condenado. Y ahí estamos, me temo.