Ya tenemos palabra del año. La Fundeu anunció el pasado jueves que dana tomará este año el relevo de polarización –ganadora de 2023–, inteligencia artificial (2022), vacuna (2021), confinamiento (2020) y así hasta escrache (2013). Según la Fundeu, la elección de dana responde, por un lado, a su gran presencia en medios, especialmente tras las graves inundaciones en Levante a finales de octubre; y, por otro, a su interés lingüístico y dudas que genera en su escritura. Había entre las candidatas de este año otra palabra, fango. Para mí, dana siempre será ya fango. El lodo inmisericorde que arrasó las calles durante aquellas aciagas horas y el lodazal político que se desplegó con él. Cosas de la vida, resulta que parte de esa familia con la que no compartes genes pero sí recuerdos en mi caso vive en uno de esos pueblos que se vieron afectados por la dana. Por fortuna, no sufrieron los peores embates de aquellas lluvias, pero sí lo suficiente para que muchos de sus vecinos hayan visto como el agua y el lodo se han llevado sus hogares por delante. Las palabras son importantes porque lo que no se nombra no existe. El lenguaje, su configuración y uso, nos define como sociedad. Y detrás de una palabra puede haber mucho más que un concepto; en este caso, miles de vidas.