En la edición de ayer, este diario relataba negro sobre blanco el montante de las inversiones en marcha por parte del Grupo Baskonia Alavés en su programa de desarrollo en Vitoria, alrededor de 100 millones de euros. Planes y proyectos que están reforzando las capacidades y el patrimonio de un club, el Deportivo Alavés que, como entidad, en sus 100 años de existencia no había vivido un periodo de tanta efervescencia financiera e inversora, que ya es decir tras sus peripecias en casi todas las divisiones del fútbol estatal. Supongo que todo lo que sea asentar las bases para un crecimiento empresarial sostenido en el tiempo servirá para consolidar el fútbol profesional en un territorio histórico con una afición al deporte muy mal acostumbrada, con representantes en la elite europea del baloncesto y en una de las mejores competiciones ligueras del fútbol mundial. Esas capacidades, que se dan por descontadas, no son la norma, sino la excepción, al menos, en el Estado, en el que pocas ciudades pueden presumir de semejantes condicionantes. Lógicamente, después de las evidencias, los sentimientos de las aficiones por un escudo y unos colores tienen sus razones, y estas poco o nada tienen que ver con la razón, aunque también pesan en la cuenta patrimonial.