Eres el problema cuando cuestionas mi palabra. Eres el problema cuando no asumes ninguna responsabilidad ante la violencia que denunciamos todos los días. Eres el problema cuando no cortas los comentarios machistas y los chistes de un colega en un bar o de un compañero de trabajo. Eres el problema cuando justificas o pones la culpa en mí si he sufrido una agresión o algún tipo de violencia. Porque el reconocimiento social es imprescindible. Imagínate que en tu trabajo tus compañeros no te crean o cuestionen tus palabras. O que se lo tomen con normalidad, como si no estuvieras ante una situación de discriminación y violencia. El problema es que la agresión en sí no es, a menudo, lo único que se cuestiona. Por lo que muchas nos preguntamos: ¿cómo y a quién contar los miles de relatos y realidades de las violencias machistas que vivimos todas y que no llegan a los juzgados, que ocurren en el día a día, en casa, en el trabajo, en un despacho de un jefe, en un bar, en el gimnasio? Hay que escuchar la voz de la mujer que ha recibido el dolor, pero muchas veces esto no es posible ni en las comisarías ni en los juzgados. Sin olvidar que todavía son muy pocos los hombres que están diciendo públicamente algo sobre las violencias machistas.
- Multimedia
- Servicios
- Participación
