Catástrofes naturales como la DANA de estos días generan una reflexión sobre la previsión y la educación que todo ciudadano debería tener sobre los riesgos que se pueden presentar. Prevenir esos riesgos de catástrofes naturales sería una opción viable, sobre todo teniendo en cuenta que el cambio climático los hace cada vez más imprevisibles. Desde la educación, como en otras asignaturas, deberían enseñarnos cómo actuar en estos casos. Pero, mientras se abren todo tipo de debates, el propio ser humano nos enseña humanidad y solidaridad. Como los vecinos que ayudan a otros a limpiar sus casas y recuperar todo lo que pueden. Gente desinteresada que hace montones de kilómetros para llevar agua, comida y cualquier utensilio que se precie. Miles de voluntarios llegados de cualquier parte repartiendo alimentos a las personas que trabajan allí o que aún están atrapadas en sus casas. Trabajadores que ponen furgonetas, tractores o camiones al servicio del pueblo. Buenos influencers que utilizan su difusión y sus redes sociales para hacer llegar la información a quienes no la tienen. A todas estas personas, gracias, porque todavía se puede creer en la humanidad. Porque, una vez más, el pueblo es el que salva al pueblo.