En clase estamos en una auténtica burbuja. En nuestra zona de confort. Aunque son las ocho de la mañana, nos reímos mucho, hacemos deporte y sudamos, y sobre todo, desconectamos de todo lo que nos espera ahí fuera, en cuanto se acabe la clase a las nueve de la mañana: hijos, ikastola, extraescolares, el trabajo, jefes estresantes, grupos de whatsapp que nunca se callan,... Es nuestro momento, lo necesitamos casi como respirar. Es una rutina que llevamos años haciendo y que nos mete en el cuerpo el chute que necesitamos para todo el día. Son muchos años yendo cada mañana al centro cívico del barrio. Y sin darnos casi cuenta, hemos creado una red invisible entre muchas mujeres de Vitoria que nos protege en cierta manera. Si una falla más de dos días, hay cierta inquietud por saber qué le habrá pasado. Si hay un cumpleaños, la mayoría de las veces no fallan las pastas y algún café. Años en los que me acabo de dar cuenta que estoy rodeada de auténticas luchadoras. Luchadoras incansables que fuera de clase tienen problemas, pero problemas de los de verdad. Dos ejemplos: el cáncer y la ELA. Dos mujeres: Teresa y Jaione. Dos mujeres que sin darme cuenta se han convertido en mis verdaderas heroínas. Beti aurrera, emakumeok!
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