Dice uno de los habituales a nuestro amado templo del cortado mañanero que cada curro tiene lo suyo y que si un político no quiere que le piten los oídos de vez en cuando, que se meta a otra cosa. Entre estas cuatro paredes llevamos dos días escuchando de todo, y casi nada bueno, sobre la subida de impuestos que se avecina en Vitoria-Gasteiz, donde hacen la ley. Los viejillos están un poco hasta las narices de escuchar a los responsables de la cosa pública decir que esta institución o la otra va a pagar esta nueva carretera, este nuevo hospital, este nuevo... como si el político de turno sacase la chequera cada dos por tres para poner la pasta de su bolsillo. Resulta que los leuros salen de donde salen, es decir, de la ciudadanía, cosa que la especie política suele tender a olvidar. Sin embargo, esta vez los abueletes están un poco más picados con el tema de las basuras. Los que viven solos están pensando en constituir una cooperativa de mierda para compartir los residuos orgánicos caseros y así hacer bulto más a menudo porque cada uno por separado no pasa la tarjeta casi ni una vez por semana. Claro, que también se ha planteado la posibilidad de quemar las jodidas txartelas a pie de calle mientras los aitites bailan desnudos ante la fachada consistorial en plan akelarre de plata. l