Se nota cuando los viejillos pierden el interés por un tema. Este año, la discusión sobre si pañuelo rojo o a cuadros duró exactamente dos minutos. Ganó el rojo, como siempre entre estas paredes, con la coletilla de uno de los viejillos, más de izquierdas que Trotsky, de: y el que venga con tonterías políticas, se lo metemos por... La cuestión se solventó el martes, en la tradicional cena que todos los años por estas fechas se monta en nuestro querido templo del cortado mañanero a modo de previa de La Blanca. Abueletes y gente joven –la que menos tenía, anda por los 42, así que entendamos el concepto joven en su más amplia extensión– departiendo sobre si la alternativa a las goitiberas y al lanzamiento de abarca podría estar en un concurso de apuestas sobre qué va a pasar primero: el fin del mundo o el soterramiento en Vitoria del tren de alta velocidad. Hubo buenas viandas y seguramente bebidas espirituosas por de más. Tanto que varios de los aitites montaron una comisión rogatoria que tiene decidido ir al Ayuntamiento para exigir que las jotas vuelvan a ser a la tarde y en el centro, y no como ahora en el Prado y al mediodía. De hecho, se le buscaron pegas a todo el programa. Con todo, se terminó la jornada como es básico, con un buen brindis y un sonoro ¡felices fiestas!
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