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Mesa del Director

Víctor Goñi

La hora del activismo agrario

La hora del activismo agrarioUAGA

El romano Cicerón, casi coetáneo de Jesús de Nazaret, dejó muy bien escrito que “la agricultura es la profesión propia del sabio, la más adecuada al sencillo y la ocupación más digna para todo hombre libre”. Poco podían imaginar hace 22 siglos que sobre ese quehacer, compendio de virtudes individuales y de dichas colectivas, se iban a cernir en la era de la globalización digital amenazas homologables a las mismísimas plagas bíblicas.

Porque, sí, el sector primario afronta el momento más crítico de su historia y por eso el foro AgroAraba 4.0 de este periódico ha reivindicado esta semana el activismo agrario de la sociedad en su conjunto. Pues nuestros escasos 2.500 profesionales a título principal sudan –literal– lo indecible para sobreponerse a la pérdida de rentas, en niveles de los años 90, y a la consolidación de los costes al alza en energías, fertilizantes, piensos y fitosanitarios. Mientras observan entre atónitos y enojados cómo la cesta básica de la compra se ha encarecido un 19% en el último año cuando en origen a los productores se les paga hasta una décima parte del precio de venta al público y en paralelo el resto de los eslabones de la cadena engordan márgenes.

En un contexto volátil como nunca por la suma del cambio climático, para mayor riesgo de los cultivos y gastos adicionales en refrigeración y manutención animal, y la incertidumbre internacional por mor de la cronificación bélica en Ucrania y el perjuicio a la navegación de mercancías en el Mar Rojo. A lo que agregar como corolario las exigencias de trazabilidad en la UE que no se imponen a las importaciones, lo que con toda lógica se interpreta como competencia desleal.

Tal cúmulo de adversidades nos concierne directamente como comunidad de intereses por el carácter estratégico del agro. Empleo y PIB al margen, como llave de equilibrio medioambiental y social. Pues sin un campo vivo no cabe la sostenibilidad natural como contrapeso a la huella ecológica urbana, ni tampoco el asentamiento de población rural y el mantenimiento del patrimonio cultural. A los profesionales corresponde desarrollar una actividad intensiva y sustentable, utilizando los recursos con eficiencia en pro de una competitividad determinada por la calidad y la tecnificación, así como favorecida por la producción y la comercialización mancomunadas. Y a las instituciones compete brindar todo el apoyo para un sector en innovación permanente, especialmente para procurar el relevo generacional que impida que en diez años el 70% de las explotaciones desaparezca por inanición.

A la ciudadanía le toca finalmente cerrar filas por el futuro del agro alavés y por tanto para el porvenir de nuestra sociedad, de la que el sector primario es pilar de bienestar y sustento de kilómetro cero. Porque, como reza el dicho popular, “al menos una vez en la vida necesitaremos de un médico, un abogado o un arquitecto; pero al menos tres veces al día del resto de nuestra existencia precisaremos de un agricultor”. Salud y buenos alimentos.