No se lo van a creer, pero aquí estoy rebuscando en los bolsillos a ver si encuentro algo de calderilla. Un céntimo aquí y otro allá me ayudarán a atropar un dinerillo. ¿El objetivo? Llegar a 500 millones de euros. Me he enterado de que está a la venta la mansión-palacio-picadero del malogrado Silvio Berlusconi en un paraje idílico de la isla de Cerdeña. Y en esas estamos, a ver si entre el sueldo de este año y los ahorrillos que no se ha llevado la hipoteca puedo optar a hacerme con el casoplón que, según me cuentan, tiene desde un volcán hasta una laguna artificiales. No faltan piscinas, búnker y pasadizo presuntamente secreto que llega hasta la playa para facilitar el escape en caso de investigación de la Fiscalía o del Cuerpo de Carabineros. Supongo que una vez adquirida la choza, una mano de salfumán y otra de amoniaco bastarán para purificar las estancias en las que, me temo, habrá pasado de todo, desde la presencia del entonces presidente español, José María Aznar –esto no es una fake–, hasta la celebración de las míticas fiestas bunga-bunga en las que el ex primer ministro italiano y exmandatario del glorioso Milan AC de fútbol despachaba sus asuntos políticos, económicos y deportivos rodeado de jovencitas y todo tipo de lujos.