Como alguno de los viejillos de nuestro amado templo del cortado se pensaba que en eso del Ironman del otro día participaban los de Correos que se encargan del voto para las elecciones del domingo, abogó por montar mesas y sillas en el exterior del local para animar a los participantes ofreciéndoles chupitos de licor de manzana –que en el bar hay un excedente de la leche porque no lo bebe nadie aunque el becario se empeñó un año en comprar botellas como si no hubiera un mañana– y gildas superpicantes, más que nada porque sirven para lubricar el cuerpo. Eso según el experto, claro. Al final, le convencieron de que no, de que lo del otro día no tenía que ver con la nueva fiesta de la democracia que nos espera. Por extraño que parezca, este año está aguantando casi toda la parroquia sin irse todavía de vacaciones, igual que nuestro querido escanciador de café y otras sustancias. Mejor para los de Correos, se evitan tratar con una fauna... especial. Si no, que se lo digan a otro de los abueletes habituales que, medio en broma medio en serio, quiere que montemos en el local un taller de gente de bien para recodar la letra del Cara al sol y otras lindezas, más que nada por lo que pueda pasar el domingo. Tampoco esto ha fructificado, de momento...