Pensaba dedicar estas líneas a ese cargo público que con alegría terraplanista declaró hace unos días que “la violencia de género no existe, la violencia machista no existe”. 22 mujeres han sido asesinadas por sus parejas o exparejas en lo que va de año, casi una mujer asesinada a la semana. No hablamos ya de agresiones sexuales y de otros tipos, porque me quedo sin espacio. Pero oiga, que sí, que el sol sale por el oeste y que “la violencia de género es un concepto ideológico”. Con un par, por supuesto. Un colega suyo de siglas ha sido relegado a las listas al Congreso al conocerse que fue condenado en 2002 a un año de prisión por violencia psíquica habitual contra su expareja. “Un divorcio duro”, lo han llamado. Ojo a la perversión y manipulación del lenguaje: “concepto ideológico”, “divorcio duro”... Fíjense estos días en el manoseo de las palabras y los conceptos y en discursos nada inocentes que buscan ser pista de aterrizaje. Pero de toda esta resaca de constitución de instituciones me quedo con el casi alcalde de Barcelona. Despierta cierta ternura que a un político con espolones le pille por sorpresa que una alineación casi imposible de votos le arrebate la Alcaldía en el último segundo... “¡Que os zurzan a todos!”, clamó en un arrebato, de lo más humano por cierto.
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