Con apenas unas horas de diferencia, pudimos comprobar este domingo la cara y la cruz de dos aficiones dentro del ámbito deportivo. En el Buesa Arena de Vitoria, el baskonismo dio una lección de fidelidad a unos colores en el partido ante el Barcelona. El adverso resultado final no fue óbice para que se registrara algún tipo de incidente. Cuando un equipo es superior a ti, se le da la mano con deportividad y se piensa en el próximo reto. Sin embargo, mucho más triste y vergonzoso fue lo acaecido por la noche en el derbi catalán celebrado en Cornellà-El Prat. Un centenar de ultras del Espanyol enturbiaron la celebración del título liguero por parte de los jugadores y del equipo técnico culé, que se vieron obligados a correr rápidamente hacia los vestuarios para protegerse. Lo chocante es que, pese a los intentos de algunos clubes por erradicarles de los estadios, estos salvajes siguen campando a sus anchas. Para más inri, el cafre que lanzó al suelo una cámara de Movistar es el número 9 en la lista de un partido político para las elecciones municipales de Sant Joan Despí. La estupidez humana no conoce definitivamente límites. Pese a saber ya la policía quiénes son después de que las imágenes se hicieran virales, la mayoría tendrá barra libre para regresar a los estadios. Todo surrealista.