Ayer, como cada primer domingo de cada mes de mayo, celebramos el Día de la Madre. Un día que, para mi gusto, no debe ser celebrado únicamente este día tan señalado, sino todos los días del año. También es verdad que las madres son los seres más nobles y desinteresados que encontraremos en nuestra existencia, capaces de sacrificar todo por sus hijos e hijas, así que, tener al menos un día en el que acordarse de agradecer su esfuerzo, no está mal.

Con lo que sí que no estoy de acuerdo es con que este día se haya vuelto una fecha comercial, un icono del consumismo y que muchos se limiten a valorarlo con base a los regalos que se dan. Considero que un regalo costoso no es lo esencial en esta fecha especial, sino el tiempo de calidad que se le dedica a esa persona que te ha dado la vida y ha dado la vida por ti.

Más allá de los regalos, las flores o los bombones, el Día de la Madre significa un agradecimiento a nuestras madres por dedicarse al trabajo más duro, incesante y maravilloso que existe. El coraje, la determinación, la fuerza de voluntad, el cariño y la contención, son los valores más hermosos que nos han enseñado. Las madres se merecen que todos los días sean especiales y que el amor y la dedicación que tanto se repite en esta fecha, sea real durante todos los días. Zorionak ama!