Zafarrancho de combate. Hay alguno de los viejillos que incluso ha perdido un poco más de color en la cara de lo normal. Todos se temían desde hacía ya un tiempo que esto iba a pasar. A nadie, en realidad, le pilla por sorpresa. Pero lo cierto es que estos días en nuestro amado templo del cortado mañanero no se habla de otra cosa, sobre todo entre los que tienen descendencia en edad escolar. Vamos, que los chiquillos van a currar como mucho unos doce días el próximo mes de abril y a más de un aitite le han organizado una agenda de babysitter que es para salir corriendo en dirección contraria. Hay hasta taquicardias cada vez que alguno saca la planificación que le han hecho los hijos e hijas para que cuide de nietos y nietas, aunque tenemos uno con biznieto de pocos meses de edad y el pobre viejillo lleva con la sonrisa nerviosa desde que el pasado fin de semana le dijeron: venga, si así te hace compañía, que estás muy solo desde que la amama se fue. Con un par. Así que están los pobres venerables acojonados tanto por el exceso de cuidado a los querubines como por la falta de imaginación para inventarse actividades para un mes. Nuestro escanciador de café y otras sustancias ya ha dicho que los niños también consumen, aunque sea agua, y que mientras alguien pague, la guardería-bar está abierta.
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