El miedo guarda la viña, reza el dicho popular. Pero a qué teme la DOC Rioja, hasta blindar la exclusividad de sus caldos –reforma de estatutos mediante–, si total son cinco las bodegas que han constituido el Consejo Regulador de Viñedos de Álava y por su cuenta se estrellarían en el mercado, como se propala desde el esencialismo riojano. Y si además la Comisión Europea ya ha explicitado que no apoyará ninguna iniciativa de diferenciación sin respaldo del Ministerio de Agricultura, cuyos titulares del PSOE o del PP nunca comprometerán su disputada cosecha de voto en La Rioja, lo que a la postre abocaría al proyecto alumbrado desde Rioja Alavesa a una vía muerta. Frente a la cerrazón del secular veto a una distinción real del vino alavés bajo el paraguas de la DOC Rioja, la lógica aplastante de permitir una subzona de marca al estilo de los modelos Burdeos o Borgoña para zanjar un conflicto eterno también judicial. Sentido común en botella doble magnum. 

Lo de embeberse de los dogmas propios, incluso sin revisarlos cuando fallan y además nutren al antagonista, resulta propio también de la política de garrafón. Aplíquese a la Ley del solo sí es sí, que debiera haberse enmendado de inmediato en aras a la seguridad jurídica al comprobar que se reducían penas. Bien entendido que se trata de una norma imprescindible tras el caso de la llamada Manada de Pamplona, a la que en primera instancia se le condenó por abusos –con un voto particular que vio “regocijo” en una violación grupal en un portal– y que luego el Tribunal Supremo elevó a agresión por la violencia de una jauría a la que la víctima no pudo oponer resistencia. De ahí la urgencia por determinar que todo lo que no sea un sí explícito es un no. Punto.  

Para contrapunto, el vasco con la acción concertada entre PNVy PSE para acometer la reforma fiscal pendiente desde 2020 al socaire de la aplicación en Euskadi del Impuesto sobre Grandes Fortunas, que en principio afecta a medio millar de contribuyentes con un patrimonio neto (restando deudas) superior a 10,7 millones. Una reforma sobre la de 2013 –ajustada en 2018– con el fin de aumentar la progresividad tributaria que abunda en la estabilidad de la gobernanza PNV-PSE por encima de cuitas partidarias para focalizarse en cuestiones trascendentales como el reto demográfico, la cohesión social, la emancipación juvenil o la transformación digital, con la economía sustentable como pilar.  

Dinámica productiva también la del Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz bajo cohabitación asimismo de PNV y PSE, cerrado para empezar con el Gobierno Vasco el trazado del tranvía a Zabalgana con la solución de menor impacto en el barrio de San Martín. Y para continuar con el nuevo PGOU que moldea la ecociudad pujante de los próximos 25 años que lega el alcalde Urtaran, un desarrollo urbanístico hacia dentro integrador y sostenible con el constructivo plácet de Elkarrekin, igual de definitivo que con los Presupuestos. Otro sí porque sí frente al no por el no.