l divorcio entre una parte de la grada del Buesa y Baldwin ya es tristemente una realidad. El estadounidense, fichaje estrella del Baskonia para más inri durante el pasado verano, recibió música de viento ante el Betis. Ciertas actitudes suyas sobre la cancha no gustan y llegan a irritar. Necesitada la afición de encontrar alguna cabeza de turco para justificar la mala temporada azulgrana, casi todos los dedos acusatorios le señalan a él. El base debería ser el primero en hacer autocrítica, mostrar una actitud más positiva sobre la pista y evitar ciertos gestos reprobables. Hace meses la creencia generalizada era que el club había dado un pelotazo con su llegada. Todos nos ilusionamos con un fichaje de estas características que a nivel económico parecía fuera del alcance del club. Sin embargo, no ha cuajado y aquí las altas esferas no tienen responsabilidad alguna. Cada mente es libre para actuar como crea conveniente, pero llegados a este punto, ¿sirve de algo echar más leña al fuego con pitos que aumenten su desconfianza? Este caldo de cultivo es claramente pernicioso para la estabilidad del equipo. Quedan pocos meses para que ambas partes separen sus caminos. Mejor que sienta el aliento porque, aunque parezca lo contrario, aún es uno de los nuestros.
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