Vitoria le ha correspondido a lo largo de las últimas semanas la capitalidad rosa estatal merced a las ya archifamosas fotos de Iñaki Urdangarin junto a Ainhoa Armentia, de la que ya han despellejado todos los entresijos de su existencia. Aunque no escucharán a nadie decir que noticias de este tipo le causen el más mínimo interés, una de las ventajas de la digitalización de los medios es que podemos comprobar en tiempo real qué es lo que lee la gente. Y no tengan ninguna duda de que las informaciones acerca de la pareja han sido las más relevantes incluso en DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA, que no se caracteriza precisamente por tratar temas propios del papel cuché pero que durante aquellas jornadas alcanzó topes históricos de lectores gracias a ese impulso. Estos datos me traen a la cabeza un par de afirmaciones que, registros en mano, caen por su propio peso. La primera, que alguien dentro de este negocio me ha repetido varias veces, es que los periodistas tenemos mucha tendencia a hablar de temas que creemos importantes pero que realmente tienen un interés muy limitado a nivel social. La segunda, que a todos nos gustan los documentales de La 2, pero que lo que realmente se consume es lo que se ha dado en calificar como telebasura. Porque es lo rosa el que ha puesto a Vitoria en los últimos titulares.