ice uno de los viejillos de nuestro amado templo del cortado mañanero que empieza a estar hasta los pitos de las llamadas de su hermana. A resultas, la buena señora vive en tierras andaluzas y cada vez que Vitoria sale en la tele, en una revista o similar, telefonazo al canto. Claro, con el affaire real, el pobre hombre ha estado al aparato más que si trabajase en una línea caliente. Y eso que dice no haber ido a ver un partido de balonmano en su vida. Pasada la primera ola, ahora está en la segunda a cuenta del affaire musical de Benidorm y de que uno de los autores de no sabe qué canción es de aquí. Lo peor no es ya comprobar que el jefe no tiene ni la más pajorera idea de qué le hablan, sino el cachondeo nivel premium que está soportando, sobre todo por parte de nuestro escanciador de café y otras sustancias, que está pidiendo ideas a la parroquia para proponer qué más nos podría ubicar en el mapa mediático. Descartado lo de volver a intentar la consecución de cualquier tipo de récord gastronómico con la tortilla más grande del universo conocido, parece que va ganando fuerza la realización de una gran pintada con forma de patata, algo que se vea desde la estación internacional, como la Gran Muralla china. Así que aquí andamos, sin permiso de la autoridad, buscando sprays y una pared en condiciones.
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