a verdad es que cuando leía sobre las declaraciones del secretario general de la OTAN afirmando, respecto a la escalada dialéctico-militar en torno a Ucrania, que "a nadie le interesa un conflicto armado", no pude evitar una sonrisa descreída y mordaz. Ejem, amigo Stoltenberg, nunca es tan cierto lo de a río revuelto, ganancia de pescadores, como en una guerra. Otra cosa es que pesque quien no se esperaba, o que uno no pesque lo que inicialmente pretendía pescar, o que se vuelva a casa sin pescado, sin caña... o que no regrese. Es lo que tienen los "conflictos armados" -eso que llamábamos guerra-, mueren personas y no hay apuesta segura. En este tablero de Risk que es el mundo, asistimos al que ya se define como el episodio de mayor tensión en Europa desde la Guerra Fría -estoy releyendo a Forsyth con la excusa- en un momento de inflamación dialéctica, con sus correspondientes gestos. Y aun asumiendo que "a nadie le interesa el conflicto armado", seguramente hay quien ve en la amenaza una manera de dar respuesta a sus intereses o de que el de enfrente no logre los suyos. La duda es dónde se traza la delgada línea entre los gestos y el detonante, en qué momento un protagonista se marca un órdago pensando que el otro se echará atrás... y no. Algo así como la carrera de Rebelde sin causa. Antes de caer por el precipicio.
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