yer a la una y media de la madrugada regresaba yo del Boulevard tras haber visto la última de Spider-Man -qué peliculón, mejor no lo destripo-, cuando, por alguna razón que sigo sin explicarme, me encontré con un viaje de vuelta a casa más placentero de lo habitual. A mi paso por la calle Gorbea, me absorbió el espíritu navideño y pude disfrutar de las bonitas luces de Navidad que iluminan y colorean toda la calle de color azul y blanco. Alguien debía estar al tanto de mi paso por esa zona a una hora tan intempestiva, ya que, al estar el resto de la calle totalmente vacía, fui el único que tuve la oportunidad de disfrutar de tan hermosa estampa. De verdad que agradezco que encendieran las luces para mí, pues no debe resultar nada barato mantenerlas prendidas hasta tan tarde con lo disparado que está el precio de la electricidad actualmente. Entiendo que estén encendidas mientras los comercios y bares de esa calle acogen clientela por aquello de dar vida a la ciudad e incentivar el consumo, quizá hasta las 24.00 horas para que los últimos paseantes las disfruten, pero mantenerlas hasta más allá de la una -no me quedé a esperar a que las apagaran- para que yo las pueda presenciar, es toda una muestra de aprecio. Será que era la hora valle.
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