l hablar de empresas familiares, uno de los grandes retos es el de la sucesión. En el caso de Inditex probablemente no nos viene a la cabeza ese modelo de empresa familiar, pero el gigante textil tiene su origen en una y, a decir de los expertos, solo la mano de Amancio Ortega puede estar detrás de la decisión de ejecutar el relevo en su dirección. Una sucesión, la de su hija, prevista y preparada, pero recibida con desagrado por los mercados. Las acciones de la compañía cayeron un 6,1% el día que se conoció la noticia, un desplome que se ha explicado -probablemente con razón- como un aval a la gestión del presidente saliente, Pablo Isla, que acumula en sus 15 años en el cargo una revalorización bursátil de Inditex del 900% y que ha encarrilado con éxito la estrategia digital de la compañía y planteado su giro sostenible. Preocupa, al parecer, la falta de experiencia del nuevo CEO y de la propia Marta Ortega. Entendiendo todas las incertidumbres que un movimiento de este calado genera en una compañía de estas dimensiones, no puedo evitar preguntarme ¿causaría esas mismas dudas un hombre? ¿Estamos ante un problema de incompatibilidad de apellido y méritos? La genética no es garantía de nada en los negocios, ni de que seas tan bueno como tu antecesor... ni de que no lo seas. Como suele ocurrir, el tiempo será el juez implacable.