ue el mundo está loco no es una novedad. Supongo que ya allá por las cavernas, mientras nuestros antepasados dibujaban bisontes en la piedra, ya se comentaba que los de la tribu de más allá del río estaban fatal, que qué tiempos y tal. Como decía Obélix, están locos estos romanos. Pues sí, el mundo está loco. Echen un vistazo a Bielorrusia, que parecerá que está lejos pero, amigos y amigas, hablamos de Europa. De Europa y de Rusia, del Kremlin, y eso son palabras mayores porque entonces entra en juego eso de la geopolítica. Y no digo nada con el duelo al sol que se están marcando en aguas mediterráneas Grecia y Turquía. Aguas mediterráneas en las que el éxodo y el drama migrante ya casi nos pasa desapercibido. ¿Y Estados Unidos? Nuevos disturbios con víctimas mortales después de que un policía disparara siete veces por la espalda a un hombre afroamericano. Otro más. Y plante de la NBA, que dirán que es anecdótico pero para que un negocio como ese pare tiene que pasar algo muy gordo. Y todo en plena campaña presidencial. La última de Donald Trump: quiere pedir un test de drogas antes su debate con Joe Biden. No se cree, dice, que Biden ganara el debate contra Sanders en las primarias. Antidoping de oratoria. El mundo está loco.
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