Quienes tienen un acuario, sea de agua fría, tropical, de agua dulce o marino, saben que el control de la temperatura es algo básico. Los límites para mantener el bienestar de los peces no son muy amplios aunque depende en muchos casos de la especie.
Esto resulta especialmente delicado cuando llega el verano y la temperatura ambiental comienza a subir. Y más allá de lo obvio, que el agua del tanque alcance temperaturas cercanas a los 30º acarrea un problema más grave: el calor reduce la presencia de oxigeno en el agua, por lo que los peces pueden tener problemas para respirar, circunstancia que se agravará en función de la cantidad de peces en relación al volumen de agua.
Refrescar el tanque
Con un poco de atención, mantener el agua dentro de los márgenes adecuados durante las olas de calor no resulta especialmente complicado, pero hay que ser cuidadoso y mantenerse atento. Seguir estos consejos puede resultar una ayuda.
La primera medida y más sencilla es quitar la tapa de la pecera. Así el calor se concentrará menos. Hay dos pegas: una es que sólo es recomendable si no hay peces que salten y la otra es que la evaporación es mayor, por lo que hay que rellenar el acuario más a menudo, pero se puede aprovechar para cambiar el 30% del volumen por agua fría, a no menos de 21ºC.
Para mitigar la falta de oxigeno, lo más sencillo es añadir un aireador extra durante los días de más calor. Las bombas de circulación también ayudan al mover más el agua, beneficiando el intercambio gaseoso.
Reducir la iluminación también es una opción. Una manera rápida y fácil de bajar la temperatura es reducir la iluminación. En casos extremos se puede apagar, pero no es recomendable si hay plantas o corales, por lo que es mejor tener menos tiempo la luz encendida, hasta las ocho horas. Por cierto, las luces LED producen menos calor.
Los ventiladores son uno de los métodos más comunes para enfriar acuarios. Un pequeño ventilador puede funcionar soplando a través de la superficie del acuario o del sumidero y así eliminarán el aire caliente creado por las luces y el equipo de filtración, aportando aire más frío desde el exterior. Eso sí, aumentará la evaporación, por lo hay que rellenar. En un acuario de agua salada, hay que controlar también la salinidad ya que puede ser necesario añadir algo de agua dulce tratada para ajustarla.
Vigilar el emplazamiento del acuario. Si se ha ubicado en una habitación a la que llega el sol de forma directa, aunque esta no dé de lleno en la pecera, sería oportuno dejar las cortinas cerradas y las persianas echadas.
Colocar el filtro externo en un balde con agua y algo hielo para que enfríe el caudal a medida que pasa puede ser un truco de emergencia, un último recurso que hay que vigilar con atención y retirar en cuanto la temperatura del agua empiece a alcanzar la normalidad. Otra opción es que sean los tubos del filtro por los que circula el agua los que se pongan en el balde de hielo.
Si las olas de calor llegan como anuncian los meteorólogos, no estará de más aplicar estos consejos.
Lo que no hay que hacer para enfriar un acuario
De entrada no hay que olvidar que el mejor amigo del acuariofilo en cualquier época del año es el termómetro, por lo que siempre debe estar a la vista y ser de buena calidad.
No hay que sobrealimentar a los peces en momentos de mucho calor ya que el exceso de comida puede hacer que crezcan las bacterias y reducir aún más el oxígeno del agua.
No hacer los cambios de agua con agua muy fría. Los choques térmicos pueden ser fatales para los peces.
A pesar del calor, no hay que apagar los calentadores. La bajada de temperatura nocturna puede enfriar demasiado el agua. Si los calentadores están desactivados no se encenderán cuando deben, al llegar a la temperatura mínima prevista, y no realizarán su función.