Gran deportista que, según parece, está en el ocaso de su carrera: Jamás he sido de los que se emocionan a rabiar con sus triunfos, ebrios de rojigualdina y patrioterismo de tres al cuarto. Sin embargo, no me duelen prendas en reconocer su enorme calidad en la cancha y que, sin ser yo ni mucho menos un aficionado al tenis, he pasado muy buenos ratos viéndole jugar. Todo apunta a que cada vez serán menos, y lo siento de veras. Llegado este instante de declive, me está sorprendiendo comprobar que, como escribió alguien en la red social X, su situación esté sirviendo para aflorar legiones de miserables que bailan la conga de Jalisco cada vez que pierde un tanto, un juego, un set y, no digamos un partido. Lo hacen con una visceralidad que asusta y que los retrata como ventajistas leñadores del árbol caído. Que les den.