Era lo penúltimo en lo que nos quedaba por ser expertos: pellets de microplástico. Pero, igual que hace unas semanas emergieron de la nada hordas de pamplonólogos a rebufo de la moción de censura contra la alcaldesa de UPN, en los últimos días nos ha sobrevenido un ejército de sabios en las dichosas bolitas convertidas en plagas del litoral atlántico y, por lo que nos toca más de cerca, cantábrico.

Este humilde tecleador lo único que puede decirles al respecto es que estamos ante un problema medioambiental de primer orden. Pese a las comparaciones de los indómitos apóstoles del “cuanto peor, mejor”, por fortuna, no llega a las dimensiones catastróficas del Prestige en noviembre de 2002, pero sí que hay actuaciones y declaraciones de estos días que recuerdan milimétricamente a las de entonces.

Lo de menos, el daño al medio ambiente

El paralelismo más evidente es la negligencia –quizá rozando la prevaricación– de la Xunta de Galicia. Igual que en aquellos días, las autoridades gallegas han ocultado los hechos hasta que la realidad les ha reventado en las costas. También se repite la motivación de ese oscurantismo: esperaban que un golpe de suerte se llevara el problema a otras latitudes. Y otra coincidencia, quizá la más letal, es la tardanza en tomar medidas para tratar de resolver la cuestión. Se ha vuelto a perder un tiempo precioso.

A nadie se le escapa la razón para este proceder: dentro de seis semanas se celebran elecciones al Parlamento de Galicia. Se trata de una cita crucial para un PP que, pese a las encuestas medianamente favorables, sabe que no es descabellado que esta vez las urnas le salgan de nalgas. Un asunto como este, con los precedentes que hemos citado, puede acabar inclinando el fiel de la balanza.

Siendo honestos, nadie es inocente. Si huele a kilómetros que el comportamiento de la Xunta responde a la proximidad de los comicios, también se percibe el aroma a electoralismo en algunas de las declaraciones de los partidos de la oposición.

Sin el mismo nivel de culpa, desde luego, pero unos y otros parece que están utilizando las razones medioambientales como percha de su interés político.