Sadismo - Miren por dónde, UPN se adelantó a Vox. En 2013, el partido regionalista propuso que se mostrasen ecografías del feto a las mujeres que hubieran solicitado la interrupción de su embarazo. Según el entonces diputado en el Congreso Carlos Salvador, se trataba de una medida “muy progresista” que salvaría muchas vidas porque “una imagen vale más que mil palabras”. Ahora, la aportación de los abascálidos en Castilla y León es que a la visión de la ecografía -en cuatro dimensiones y color, se precisa- se añada la obligación de escuchar el latido del embrión. El sadismo de la medida es proporcional al insulto que supone considerar que las mujeres que toman la decisión de no seguir adelante con su embarazo lo hacen por capricho y sin haberlo meditado suficientemente. Y tienen la indecencia de justificarlo en nombre del derecho a la información, cuando se trata de una coacción intolerable.

Feijóo calla - La cuestión es que la iniciativa del socio ultraderechista del PP en el gobierno castellano-leonés podría haber quedado desactivada un minuto después del anuncio. Sin embargo, este es el minuto en que todo indica que quienes quieran ejercer el derecho reconocido en la ley vigente en la comunidad autónoma serán sometidas a semejante martirio. La formación principal del Ejecutivo no ha dicho otra cosa. Solo a la vista del escándalo que se estaba creando, el consejero de Sanidad, Alejandro Vázquez, hizo como que salía al paso de lo adelantado por sus aliados. Pero fue un despeje a córner. Ayer mismo el presidente, Alfonso Fernández Mañueco, defendió las medidas que, según él, busca “fomentar la natalidad” -hay que tener el rostro blindado- y que las mujeres “tomen las decisiones de manera más consciente”. Lo dijo en un acto en el que también estaba presente el presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, que se escabulló de pronunciarse sobre el asunto. 

Sémper, desautorizado - Lo que sería divertido si no estuviéramos hablando de un drama es que el recién nombrado portavoz de campaña de los populares, Borja Sémper, se puso muy farruco el viernes. “No estamos dispuestos a tragar con cualquier cosa”, aseguró cuando le preguntaron por la cuestión en una entrevista televisiva. Palabras del irundarra recuperado para la causa gaviotil que, como previsiblemente le va a ocurrir con muchas otras de las que pronuncie, se quedarán en pirotecnia verbal. Nada va a evitar que la medida entre en vigor mañana. Tampoco podemos decir que sea algo extraño en la trayectoria del PP, que siempre ha usado el aborto como ariete electoral.