- Que Santa Lucía le conserve la vista a la ministra española de Justicia, Pilar Llop, que con un desparpajo digno de mejor causa, ha asegurado que no hay ningún problema con la aplicación del pasaporte covid en las distintas comunidades. Por si acaso, mejor que no lo susurre cerca de las autoridades sanitarias de la CAV, que tienen todavía en carne viva el rejonazo de dos magistrados del Superior de Justicia de local. El golpe ha sido de tal magnitud que el Ejecutivo de Iñigo Urkullu ha decidido que ni siquiera merece la pena presentar recurso. Confieso que no comparto lo que me parece una muestra de entreguismo, aunque sí tiendo a comprender los motivos que han llevado a preferir no perder el tiempo refutando algunos de los lisérgicos razonamientos de sus señorías. Y en especial, claro, el más rocambolesco de todos, cuando se sostiene que impedir a una persona no vacunada el acceso a un karaoke es una vulneración de los derechos a la libertad de expresión y, toma Jeroma, a la creación artística.
- Hay quien todavía cree que es un bulo o una expresión sacada fuera de contexto, pero si van al auto rubricado por sus señorías José Antonio González Sáez e Irene Rodríguez del Nozal, comprobarán que es rigurosamente cierto. Supongo que en el primer bote podemos asombrarnos y en el segundo, tomárnoslo a chufla. El humor suele ayudar a pasar ciertos malos tragos. Sin embargo, como en la célebre sección de La Codorniz, toca temblar después de haber reído. En ese enunciado que podemos bautizar jocosamente como La doctrina jurídica del karaoke encontramos el retrato a escala de la actuación de ciertos jueces no ya respecto a la pandemia sino sobre cualquiera de los asuntos en los que tienen la facultad de decidir. Estamos hablando de malos tratos, asesinatos, violaciones, agresiones, delitos contra la propiedad, despidos, desahucios, hipotecas, prácticas corruptas... Y la última palabra la tienen unos individuos que porfían en un papel con membrete oficial que desafinar brutalmente en la interpretación de La puerta de Alcalá es un ejercicio de creatividad del carajo de la vela.
- Lo más frustrante es que ni siquiera cabe la opción de la crítica. Cualquiera que ponga en cuestión las decisiones basadas en semejantes dislates es un ignorante que desconoce y desprecia el funcionamiento de los principios básicos de la separación de poderes y, por elevación, del Estado de Derecho. De acuerdo, pues yo me acuso. Soy un gran patán que se rebela ante la judicialización del sentido común.