Ánimo, que ya queda menos. Consciente de la indigestión que llevarán a cuestas, me limito a poner en fila india algunas de las cargas de profundidad recogidas en la prensa de orden sobre el happening que se vivió ayer en el Congreso. La conclusión es la misma que cuando se supo que Vox iba a presentar una moción de censura usando como señuelo al ególatra Ramón Tamames: que el que se iba a poner las botas era Sánchez.
“Naufragio de la pinza PP-Vox”, resume La Razón en su información de primera, aunque la versión del editorial es aún más descacharrante, nombrando al que ni siquiera pasaba por allí: “El más razonable ha sido Núñez Feijóo”. Y a modo d argumento de la perogrullada, esto: “Ciertamente, se desarrolló el guion previsto, demostrando, entre otras cosas, que la postura más razonable en todo este asunto ha sido la del líder de los populares, Alberto Núñez Feijóo, con una abstención que iba mucho más allá del momento de la votación. Nada tenía que ganar el PP en este remedo de moción de censura ni, por supuesto, estaba obligado a hacer seguidismo de la estrategia de Vox, respetable, pero de utilidad general más que dudosa”.
"La moción de censura ha permitido constatar que Abascal es un aliado impagable de Sánchez"
El director del diario azulón, Francisco Marhuenda, aprovecha para inocularnos una dosis de recuerdo. No sobre lo bien que hizo Feijóo poniéndose de perfil, sino sobre el favor que le ha hecho Abascal a Sánchez: “La moción de censura ha permitido constatar que Abascal es un aliado impagable de Sánchez. El líder de Vox intentó mostrarse moderado, pero no importa porque ha cumplido con el papel previsto en el teatrillo del Congreso. Es cierto que ha colocado su discurso e intentado poner en apuros al PP. No hay duda de que Sánchez y Abascal se necesitan, porque el primero quiere ofrecer la imagen de que llega la ultraderecha mientras que el segundo se siente cómodo en la oposición”.
Exactamente por ahí va ABC, que titula en primera “Sánchez aprovecha el regalo de Vox”, lo que ilustra gráficamente comparando los 138 minutos que utilizaron Tamames y Abascal frente a los 238 de Sánchez y Díaz. Como remate, un editorial titulado “Vox da aire al Gobierno”, con el consabido argumento: “Plantear una moción de censura de imposible éxito es algo que sólo podía beneficiar a Pedro Sánchez. Esta herramienta parlamentaria no está concebida ni para propiciar debates ni como recurso de oposición. Más allá del poco respeto que demuestra por las instituciones esta convocatoria, ayer quedó confirmado que la estrategia acabaría por ser contraproducente”.
"El esfuerzo de Tamames por mantener su dignidad a salvo en medio de aquel despropósito dio hasta cierta lástima"
También en el vetusto diario, Ignacio Camacho insiste en la inutilidad de la jugada, y la explica a través del personaje del momento: “El esfuerzo de Tamames por mantener su dignidad a salvo en medio de aquel despropósito dio hasta cierta lástima, aunque fue él quien por afán de protagonismo se metió solo en la trampa. Aburrido, cansado, visiblemente contrariado o decepcionado, quizás arrepentido, parecía un pez fuera del agua, una reliquia de otra etapa –sin duda mejor– utilizada como reclamo de una maniobra estéril e innecesaria”.
" Si algo ha sido Tamames, eso sí, es la carabina de Ambrosio de Vox"
Pedro J. Ramírez es bastante más duro con el candidato de paja. “Tamames, la carabina de Ambrosio de Vox”, titula el director de El Español su remedo de editorial. Les copio y pego el párrafo que contiene la alusión: “Tamames, en fin, se ha convertido en un convidado de piedra en su propia moción de censura. Si algo ha sido, eso sí, es la carabina de Ambrosio de Vox. Una herramienta inútil para el objetivo declarado de la moción (la remoción de Sánchez), pero bastante útil para los intereses del presidente y de su candidata a vicepresidenta oficiosa”.
En El Confidencial, Javier Caraballo suelta media bofetada al profesor y tres o cuatro a su patrocinador: “La impostura de la moción de censura, la crueldad con la utilización fría, despiadada, de una persona como Tamames, la descalificación de toda la clase política que le rodea y el desprecio de los medios de comunicación; todo eso, en fin, conduce siempre a pensar en una estrategia desesperada o en una alocada huida hacia delante. Aquí se viene insistiendo, desde hace meses, en que estas extravagancias de Vox, que comenzaron a eclosionar en las elecciones andaluzas de junio de 2022, hay que analizarlas desde el punto de vista de Santiago Abascal, porque es posible que todo lo que está ocurriendo se deba a su incapacidad como líder para gestionar el éxito de su formación política”.
“Sánchez y Díaz lanzan su ticket electoral en una moción inútil”, titula en primera El Mundo. El editorial lleva por título “La moción solo sirve al gobierno y a la degradación institucional” y tiene este resumen en una línea: “Si Vox quería erosionar al Ejecutivo, lo que ha logrado es impulsar las opciones electorales del PSOE y de Yolanda Díaz”.
Se queda mucha tinta virtual en el tintero, pero no les canso mucho más. Eso sí. Les he dejado para el final a dos que se desmarcan por la banda. El más llamativo es Federico Jiménez Losantos, que después de llevar días carcajeándose de Tamames, esta mañana ha dejado escrito esto: “Y entonces sucedió el milagro. Tamames leyó muy bien un texto en las antípodas de sus infinitas entrevistas en plan Abuelo Cebolleta Rojo. Dejó el filtrado discurso en la mitad, redujo el autobombo y en cinco minutos destrozó a Sánchez: la persecución del idioma español en Cataluña y no sólo allí, el menosprecio al Rey, el relato intolerablemente sectario de la Guerra Civil y la II República, la inseguridad jurídica, el asalto a la división de poderes y sus pactos con el separatismo y contra la nación española. En ese instante, crujió la mandíbula de Sánchez, pero era tarde. Si yo fuera Feijóo, hoy votaba a favor de la moción y lo dejaba para el arrastre”.
Y en The Objective, Guadalupe Sánchez termina su torrencial chapa con este elogio al candidato: “Tamames nos recordó este martes que los políticos que hicieron posible la Transición estaban hechos de otra forja intelectual, ética y moral. La condescendencia seca y cortante con la que ventiló las réplicas a Sánchez y a Díaz expuso la vacuidad no sólo del Ejecutivo, sino de toda nuestra izquierda desnortada y moralista, amante de sermones insufribles y engolados ajenos a la cotidianeidad de los españoles. Esta sesión parlamentaria será recordada como aquella en la que un anciano lúcido señaló la desnudez del rey ante una corte de hipócritas que le alababan por sus ostentosos ropajes”.