Si estaba en los memes de Twitter, cómo no iba a llegar a las columnas de opinión. Lo que no se esperaba es que la comparación entre la abracadabrante aprobación de la reforma laboral en el Congreso y la elección de Chanel por el jurado del Benidorm Fest se hiciera en serio. Pero ahí tiene a Cristian Campos, mano derecha de Pedro J. Ramírez en El Español: "La misma izquierda que hasta hace 24 horas bramaba por la anulación de la votación del Benidorm Fest que le dio la victoria a la cantante Chanel por una supuesta manipulación de la voluntad popular negaba ayer en redondo la posibilidad de que se repitiera la votación de la reforma laboral a pesar de la evidencia de que esta debería haber sido rechazada de acuerdo con esa misma voluntad popular".
La cuestión es que los gritos de "¡Tongo, tongo!" atruenan hoy en Diestralandia. Y donde los decibelios llegan más arriba es en La Razón, que se opuso desde el primer día al acuerdo de los llamados agentes sociales sobre la re-reforma. "La reforma laboral se convalida vulnerando los derechos fundamentales", clama en portanda el diario de la tilde rojigualda. Como complemento, un bilioso editorial titulado "Una ley con muchos daños colaterales".
Como eso último se queda flojo, el director, Francisco Marhuenda, sube en su propia pieza a "Cacicada en el Congreso". Por supuesto, en el sapoculebreo no se olvida de atizar a su odiado Garamendi: "El chantaje socialista muestra que se han rebasado líneas rojas, porque el Gobierno se jugaba la legislatura. Sin la cacicada que se vivió ayer hubiera sido muy difícil su continuidad, aunque no creo que la derrota hubiera hecho mella en la capacidad de resistencia de Sánchez. Es bueno que el PP no olvide la traición de Garamendi, que no está al servicio de los empresarios sino del Gobierno".
Para nota, lo de Jorge Fernández Kitchen, digo Díaz, que acaba dando a entender que el diputado del PP Alberto Casero sabía lo que hacía: "Así que otros dos años de pesadilla con sus socios disgustados, pero gracias a Arrimadas y Garamendi, y sobre todo a Casero, como nuevos aliados de su gobierno socialcomunista".
"Batet, contra la democracia", berrea el editorialista de Libertad Digital. Son nueve párrafos, aunque la miga y la salsa están en el último: "Lo que ha hecho la presidenta del Congreso es, en suma, un escándalo gravísimo y un ataque a la democracia, pues ha violentado la voluntad popular expresada a través de sus representantes elegidos en las urnas para aprobar una ley que, además, es un texto legislativo de gran importancia. Un dislate propio de una asamblea chavista y no de la cámara legislativa de una democracia europea que, por desgracia, cada día se parece más al parlamento domesticado de una república bananera".
En el digital catolicón El Debate tanbién hay rasgado de vestiduras. Bajo el encabezado "Una reformita patética", el editorialista brama que el autogol del PP ha sido en fuera de juego: "Aquí hay un caso en el que hay indicios más que relevantes de que se ha manipulado y tergiversado la voluntad de un representante de la soberanía nacional. Es decir, que la reforma laboral que se ratificó ayer en el Congreso de los diputados fue en contra de la voluntad popular manifestada mayoritariamente".
Luis Ventoso añade más vitriolo en una filípica titulada "Verbena de demagogia adolescente" de la que les copio y pego dos frases: "Lo que hemos visto este jueves en el Congreso ha sido un festival adolescente, que retrata a una clase política que tal vez sea la más floja de la España democrática. El Gobierno socialcomunista celebrando la aprobación de su reforma laboral con unos abrazos tan jubilosos y desmedidos que aquello en vez del hemiciclo parecía Nadal festejando su gesta en la pista de Australia".
En la primera de ABC y sobre la foto de una carantoña entre Pedro Sánchez y Yoanda Díaz cuando se les pasó el susto inicial, leemos: "Un voto del PP bajo sospecha salva del naufragio la reforma laboral de Sánchez". Y lo cierto es que dentro no se hace mucha más sangre ni en editoriales ni en columnas. ¿Por qué? Pues porque ABC siempre ha mostrado su apoyo a esta reforma que salió convalidada a la remanguillé.
Sayas y Adanero, los héroes del festejo
Pese a que mintieron anunciando que votarían sí a regañadientes y luego haciendo lo contrario, los dos represantes de UPN en el Congreso son llevados bajo palio en el ultramonte diestro por haber rebelado ante la orden de su partido. "Aunque, como parece, sus dos diputados se han rebelado ante la imposición de su presidente, Javier Esparza, y han votado en contra de la reforma, el daño para la formación foralista ya estaba hecho desde el mismo momento es que se anunció su respaldo a un gobierno que mantiene diversos acuerdos con los proetarras de Bildu", anota el editorialista de La Razón.
En el papel de villano, claro, Javier Esparza, presidente de los regionalistas al que también se le atiza en el periódico de Marhuenda: "La dirección del partido navarro intentó forzar a sus dos diputados a votar a favor de la reforma laboral, pese a que éstos estaban en contra. No es sólo un error político, sino que respalda a un Gobierno que pacta con los proetarras, también en la Comunidad Foral".
Volviendo específicamente a los díscolos, he aquí el aplauso del editorialista de El Mundo: "El sorpresivo voto en contra de Sergio Sayas y Carlos García Adanero, los diputados de UPN que decidieron obrar en conciencia y desoír la disciplina de partido, honra la coherencia de su labor de oposición y reivindica el parlamentarismo ejercido en libertad, tan ajeno al servilismo partitocrático de nuestra cultura política".
Más conciso, Ignacio Camacho pedía en ABC "Un respeto a esos congresistas de UPN capaces de honrar su pensamiento crítico".
Y termino con una pregunta de Juan Pablo Colmenarejo en Vózpuli que confieso que también me hago yo mismo: "¿Qué hacía su señoría Casero fuera del Congreso, con el voto a distancia, si resulta que podía haber estado presente?". Pues eso.