Un mismo objetivo en común aunque cada uno de ellos venga de un origen para nada compartido ni similar. Es el caso de los conceptos “Km 0” y economía circular que, de la mano, caminan hacia la promoción y la implementación de un modelo de desarrollo donde no tenga cabida el consumo irresponsable, sino todo lo contrario; un modelo de desarrollo consciente, sostenible y responsable que tiene además un impacto medioambiental y social. 

Consumiendo en proximidad

Cuando se habla de “Km 0” se alude a ese hábito de consumo centrado en los productos que tienen su origen lo más cerca posible de donde son adquiridos por el consumidor final. Más que eso es, además, una filosofía de vida que busca la reducción de la huella de carbono, la disminución del impacto ambiental, la rebaja del coste del transporte desde el otro lado del mundo y el fortalecimiento de las economías locales gracias a un consumo más consciente y responsable.

En la práctica, el Km 0 se aplica principalmente en la alimentación, favoreciendo la compra de frutas, verduras, carnes y otros productos directamente de agricultores o productores cercanos: sin embargo, este concepto se ha expandido abarcando también textiles, cosmética y otros sectores. De esta forma se promueve la producción local y la economía circular más justa y sostenible.

Euskadi lleva años trabajando con éxito en materia de economía circular hacia un modelo más justo, comprometido, innovador, sostenible y competitivo

Más en concreto, la filosofía del Km 0 tiene entre sus beneficios, además de los ya mencionados, la calidad de los productos ya que no atraviesan largos procesos de transporte y almacenamiento, la conservación de la biodiversidad y la conciencia del consumo entre otros muchos.

No obstante, a pesar de estas bondades que nadie discute, el modelo del Km 0 se enfrenta a una serie de desafíos que tienen que ver con las limitaciones en la oferta que en ocasiones no se puede ajustar a lo que demandan los consumidores, los costes de la producción local, la falta de infraestructura y logística en su distribución y sobre todo, la necesidad de educación y concienciación para que los consumidores conozcan y valoren sus beneficios por medio de campañas de sensibilización.

Un círculo de sostenibilidad

Por otro lado, la economía circular es un modelo económico que busca maximizar el uso y reaprovechamiento de los recursos, minimizando los residuos y cerrando los ciclos de producción y consumo. A diferencia del modelo lineal tradicional —centrado en el “tomar, hacer, desechar”—, la economía circular promueve que los productos sean diseñados para durar, repararse, reutilizarse y reciclarse; creando de esta forma un sistema más eficiente y respetuoso con el medio ambiente. Así, este concepto bebe de principios como la reducción de residuos, la reutilización, el reciclaje, la recuperación de materiales y la innovación en el diseño de productos y procesos productivos. La economía circular no solo busca beneficios ambientales, sino también económicos y sociales, promoviendo empleos verdes y fomentando la innovación tecnológica. 

La sinergia de ambos conceptos puede conducir a comunidades más resilientes, menos dependientes de recursos limitados y más conscientes de su impacto ambiental

Por eso mismo, Euskadi lleva años trabajando con éxito en materia de economía circular. En este nuevo modelo, el ciclo de vida de los productos y materiales se mantiene durante el mayor tiempo posible, los residuos se reducen al mínimo, y los recursos se reintroducen repetidamente en el ciclo productivo, de modo que crean valor cuando los bienes llegan al final de su vida útil. La economía circular tiene, por tanto, un componente económico fundamental en el que el medio ambiente se convierte en un factor clave de competitividad para un territorio.

Como en el caso de la filosofía del Km 0, la economía circular no está exenta de tener que superar una serie de obstáculos relacionados con el cambio de mentalidad asociada a la transformación de la cultura empresarial y del consumidor; la inversión en tecnología y diseño o la puesta en marcha de políticas públicas que incentiven prácticas circulares y regulen adecuadamente los residuos de los materiales a lo largo de su ciclo de vida para garantizar su recuperación y reciclaje. 

Con esto salvado, un territorio puede aprovecharse de ese paso en transición hacia una economía más circular para aumentar su competitividad, estimular la innovación, impulsar el crecimiento económico de la zona y crear, además, empleo de calidad.

Euskadi lleva años trabajando con éxito en materia de economía circular Cedida

Cuando ambas convergen y se unen

Como se ha dicho antes, aunque vengan de contextos diferentes —uno centrado en la proximidad geográfica y el otro en la gestión de recursos— su integración puede potenciar significativamente la sostenibilidad y un desarrollo competitivo más comprometido y responsable. Y es que al promover productos de Km 0, se reduce la huella de carbono y la dependencia de cadenas de suministro largas, alineándose con los principios de reducir, reutilizar y reciclar de la economía circular. Además, la producción local puede facilitar la implementación de prácticas circulares, como la reutilización de residuos agrícolas o industriales en la fabricación de nuevos productos.

En definitiva, el “Km 0” y la economía circular representan dos enfoques complementarios que, al combinarse, pueden transformar nuestros modelos de producción y consumo hacia formas más sostenibles y responsables. Mientras que el Km 0 reduce la huella ambiental mediante la proximidad y el apoyo a las economías locales, la economía circular busca cerrar los ciclos de recursos, minimizando residuos y maximizando el uso eficiente de materiales. Implementar ambos conceptos requiere un cambio cultural, inversión en innovación y un compromiso conjunto de gobiernos, empresas y consumidores. 

La sinergia entre estos modelos puede conducir a comunidades más resilientes, menos dependientes de recursos finitos y más conscientes de su impacto ambiental. En un mundo donde los desafíos ambientales y sociales son cada vez mayores, apostar por el Km 0 y la economía circular no solo es una opción, sino una necesidad urgente para garantizar un futuro sostenible para las próximas generaciones que vendrán.