Todo preparado ya para la exposición Essaouira: Haize Uria del periodista y fotógrafo Iban Gorriti, que en sus trabajos fotográficos firma como Ibn Gorriti y que ha querido compartir con nosotros algunas pinceladas de lo que podemos ver desde el pasado día 16 en Photomuseum, en Zarautz.

¿Qué despertó su pasión por la fotografía?

He hecho fotos desde niño, pero cuando mi tío Kike Gorriti, portero del Bilbao Athletic, de los míticos Clemente o Rojo, me regaló una enciclopedia de libros de fotografía, comprendí que aquello era un arte, algo más complejo de lo que yo hacía con más corazón que acierto. De joven, comencé a estudiarla formándome en cursos y en la facultad de Periodismo. Luego, como fotoperiodista. Hacer millones de fotos y analizarlas a diario para publicar te acerca a ella. Hace falta insistir, hacer callo en el dedo como los palistas en el frontón. 

Y, ¿por visitar y retratar Marruecos?

Marruecos no me llamaba y hoy soy su fan número uno. Fue una amiga la que me convenció a hacer un viaje con el club alpino de Durango, para subir el monte Toubkal de 4.167 metros. Recuerdo que allí fui con carretes de diapositivas.

En cada viaje la experiencia habrá sido única. ¿Qué anécdotas atesora de sus aventuras?

Ha cambiado mucho el país en estos 23 años. En el año 2000, había pueblos inhóspitos en los que te tiraban piedras si tratabas de fotografiar a alguien. Te decían que no querían que les robaras el alma. Hoy, tienen cámara de móvil.

Se suele decir que una imagen vale más que mil palabras. Usted, que domina ambas disciplinas, ¿qué opina de esta reflexión?

Siento no dominarlas. Si las dominara me hubiera cansado de ambas. Eso sí, en mi exposición, mi interés está en lo que hablan las fotos en su esencia. Detesto la obra de fotógrafos que justifican con textos, a ser posible de escritores famosos, su propuesta. Si una foto no me transmite, a mí me sobra que lleve un texto con la firma de un premio nobel de literatura. 

¿Quiénes son su fuente de inspiración o sus referentes en el ámbito fotográfico?

Las imágenes de esta exposición tienen al Marruecos primigenio, atemporal, como protagonista. Y no solo beben de autores fotógrafos, sino también presentan un halo pictorialista común, con esa textura sobreimpresa en todas las instantáneas que me evocan, desde la distancia, al pintor paisajista J.M.W. Turner. Colegas, que prefieren lo puro, me pedían que quitara esa textura, que puede emborronar la imagen, y supe decirme a mí mismo que no lo hiciera: quiero que sea el puente del público a mi universo autoral: una marca, nunca mejor dicho, propia.

¿Cómo ha nacido ahora Essaouira: haize uria?

Porque Essaouira es mi localidad favorita del mundo. De lo poco que conozco, porque he viajado bastante, pero soy de repetir. Y ahí se dan casualidades. Se la conoce como la ciudad del viento y en euskara vizcaino se dice haize uria, que si lo dices rápido se aproxima a Essaouira. No todas las fotos son de ese municipio, pero le debía un homenaje. Hay una toma en la playa de Sidi Kaouki que fue la piedra angular de la muestra. A partir de esa debía triangular el resto. 

Una muestra, mil anécdotas

Dimensiones. Algunas de las imágenes que encontraremos en la muestra superan el metro. “Por una vez, pensé en grande. Por una vez en la vida, la única, quise ser ambicioso”, confiesa Gorriti.

El día del cordero IBAN GORRITI

Lugar. La muestra podemos verla en Photomuseum, en Zarautz. “Es un honor que fuera de casa valoricen tu trabajo y sea precisamente el Photomuseum, el referente de la fotografía y el cine en Euskal Herria”.

Essaouira Kaouki Iban Gorriti

Historias. Cada imagen cuenta una historia, y está tomada con una herramienta distinta; algunas son positivadas de diapositiva, analógico, digital e incluso móvil.

Gaviota Essaouira Iban Gorriti

Mensaje. Gorriti asegura que quienes viajaron décadas atrás y hoy ven un Marruecos distinto, encontrarán aquí “aquel sustrato que nos maravilló e hizo repetir”. 

Sidi Kaouki Iban Gorriti

Al detalle 


Essaouira: Haize uria es una exposición retrospectiva de Ibn Gorriti, como firma en el ámbito fotográfico. Ibn y no Iban, porque en árabe significa “hijo”. 


Imágenes. Buena parte de las mismas retratan entornos urbanos y naturales “cohabitados por personas anónimas nativas, protagonistas fugaces que cobran un valor permanente”. Tal y como nos cuentan, podría tratarse de cualquiera de nosotros, en cualquier marco temporal. A través de estas imágenes y su tratamiento, “podemos atisbar la pasión del autor por capturar momentos donde se pone en valor el lenguaje del paisaje, la observación, y la capacidad humana de abstraerse en sus pensamientos o de estrechar lazos de comunicación y fraternidad”.

Mapa del viaje


Viajes y más viajes


¿Alguna vez han imaginado viajar a bordo de una furgoneta y recorrer todos aquellos puntos que son de su interés? Eso es precisamente lo que ha hecho a lo largo de veinte años Iban Gorriti a bordo de su ya considerada compañera de viaje, con la que han viajado desde Durango hasta Marruecos; otras en avión. “Valoro que en nuestra identidad compartida somos, también, cuanto visitamos y cuanto queda en nuestras suelas de zapatillas y en la piel”, señala el autor con cariño. Pero, ¿qué le depara ahora el futuro? “No puedo saber. Por soñar, me gustaría que esta exposición acabara en formato de libro junto a más fotos descartadas únicamente por falta de financiación. Sería el mayor premio. Una persona me preguntó el 31 de diciembre a ver qué le pido al 2024. La respuesta fue instantánea: Mecenas para todos mis proyectos culturales por sacar adelante y que se me amontonan en la mente”, confiesa.