Carlos, el mayor de los hermanos Encinas Bardem (artísticamente firman con su segundo apellido) vive mundos paralelos cuando escribe e interpreta. Su último libro, Mongo Blanco, publicado en mayo del año pasado, lleva una trayectoria espectacular y ha calado en los lectores con una historia poco conocida: la del esclavismo español en el siglo XIX. Por el momento está disfrutando con las historias que cuenta la serie de La 1 Diarios de la cuarentena, donde trabaja al alimón con su mujer, la actriz Cecilia Gessa.
Diarios de la cuarentena, ¿parodia o realidad?
Parodia. Lo que grabamos son situaciones absolutamente divertidas cuando dos personas o más se ven obligadas a estar juntas por una cuarentena. Son problemas de pareja, problemas de familia. Es una serie que intenta con todo el cariño del mundo llevar un poco de humor a los espectadores dentro de una situación dramática.
¿Qué supone este proyecto para usted?
Fue una propuesta de Álvaro Longoria y me pareció interesante y original. Supone una forma de seguir trabajando, y yo trabajo para vivir. En nuestro sector, como en tantos otros, esta situación es terrible. Nosotros hemos sido de los primeros en pagar, y seremos, por las características de nuestro oficio, los últimos en reincorporarnos.
¿Tiene esperanzas en la ayudas al sector de la cultura?
Antes de que todo esto empezara se había comenzado a tramitar una especie de estatuto del artista, pero ya no sabemos dónde quedará ese proyecto. Me gustaría que se tuviera en consideración la especificidad de nuestro sector. Los que nos dedicamos a la interpretación, la dirección, la escritura o el resto de cometidos dentro de esta industria no dejamos de ser trabajadores temporales. Por el momento tenemos difícil encaje en las medidas y propuestas de ayuda que se han diseñado hasta ahora.
O sea, que pintan bastos para la cultura.
Sí, pero frente a esta gente a la que le gusta oponer agricultura a cultura de una forma absurda, en esta situación de confinamiento se está viendo la importancia de los libros, de la música, de las películas, de las series, de los recorridos virtuales por museos€ Se ve la importancia por el consumo que se está haciendo en estos casi dos meses de alarma. La gente que crea todas estas cosas también tiene que comer y pagar facturas.
"La Antártida es una experiencia única y espectacular"
Ha participado en Santuario, una película documental que estaba prevista para salas de cine y que al final fue estrenada en Movistar+.
Era lo deseado, pero como no pudo ser llegamos a acuerdos con varias plataformas de streaming para poderle dar salida.
Ya que se puede seguir accediendo a ella, ¿cómo la vendería?
Como un documental muy bonito, un trabajo militante con la causa ecológica, y estaremos encantados de que a través de la fórmula del streaming llegue a muchos espectadores, sobre todo a los más jóvenes, porque es un documental para ver con los hijos. Es una manera también de hacer un viaje maravilloso a la Antártida para perderte entre los hielos y empaparte de la belleza de aquellos lugares.
¿Una experiencia particular?
Una experiencia única y espectacular. Estuvimos ocho días embarcados por el mar de Weddell en un barco de Greenpeace. Nos empapamos de todo lo que sabía la gente que iba a bordo. Nos maravillábamos de la capacidad de trabajo y de cómo soportaban las condiciones extremas los voluntarios de Greenpeace. Nos sorprendió la fuerza de uno de los destinos más vírgenes del planeta y que, como todos, está muy amenazado por las actividades humanas.
¿Cuál era su objetivo tras haber participado en este proyecto?
Sembrar una semilla de reflexión sobre cuál debería ser nuestra relación con el planeta. Ahora todo está detenido por la pandemia, pero hasta hace un par de meses, teníamos una emergencia climática que ocupaba las primeras páginas. El planeta sigue ahí y, como en tantas otras cosas, nuestras actuaciones deben cambiar. Deberíamos aprovechar este parón obligado para repensarnos.
Es que este parón a nivel casi mundial ha dado un respiro al planeta.
Sí, pero€ volveremos, y sería mejor que antes pensáramos en lo que estamos haciendo, en lo que supone para el planeta la globalización basada en el consumo sin fin.
Estamos deseando que el mundo vuelva a girar, que abran tiendas, restaurantes, y recuperar el ritmo de la vida. ¿Cree que habremos aprendido una lección?
Unos sí y otros no. Si te das una pausa para pensar, todos sacaremos lecciones de esto, porque hay algunas que son muy obvias. Hay que volver a poner en valor lo que nos une, hay que buscar de nuevo el temperamento social, poner en valor lo público.
Plantea casi una quimera.
Sigo insistiendo en que lo que nos une es mucho más que lo que nos divide. El individualismo desaforado que se fomentaba, y el consumismo en el que estábamos inmersos, no nos llevan a nada bueno.
Pero parece que a la clase política es más lo que le divide que lo que le une, incluso en una situación de emergencia.
La clase política no se ha bajado de un platillo volante, la clase política somos nosotros. Esos señores que están ahí son los señores que nosotros hemos votado, son la perfecta representación de la ciudadanía de este país.
Hay quien dice que no nos merecemos los políticos que tenemos...
Y entonces ¿para qué les hemos votado? Por eso decía antes que tenemos que repensarnos bastante. Si en una situación como la que estamos todavía asistimos a los espectáculos de división y de propagación de bulos, es como para echarse las manos a la cabeza y pensar en qué vamos a hacer ante lo que estamos viendo.
"Soy licenciado en Historia, sarna con gusto no pica"
Cambiando de tema. Usted se dedica también a la escritura y su último libro fue Mongo Blanco
Y estoy encantado de que sea un libro que ha funcionado muy bien. Va por la quinta edición y ahora lo que está previsto es su lanzamiento en Hispanoamérica con una editorial tan prestigiosa como el Fondo de Cultura Económica. Estoy encantado con esta novela y hay planes de adaptarla a una serie de televisión.
Su protagonista, Pedro Blanco, parece mera ficción, y sin embargo es un personaje que existió en la vida real.
Es una novela, con lo cual hay ficción, pero es un personaje que existió. Yo tomé los hitos comprobados de la vida de Pedro Blanco, un negrero malagueño, y sobre ellos construí una novela que quiere ser una reflexión sobre el mal absoluto, sobre el uso malvado del poder. No hay una relación entre dos seres humanos más desiguales y malvadas que la que pueden existir entre el amo y el esclavo.
Los episodios de esclavismo español no están contados, o al menos no lo suficiente como para que se hayan grabado en nuestra memoria.
No. He tenido la suerte de tener muchos encuentros con lectores y lectoras y les decía: Si yo os hablo de esclavos, ¿en qué pensáis? La respuesta era similar siempre, y todos pensaban en algodón, en Kunta Kinte€ Esto ocurre porque nadie nos ha explicado que igual de grandes que las plantaciones de algodón eran los cañaverales de Cuba y Puerto Rico. En Cuba y Puerto Rico los esclavistas eran españoles y esas plantaciones estaban surtidas por negreros españoles.
Supongo que no habría mucha documentación. ¿Hubo un proceso duro de comprobación de datos?
Más que duro fue trabajoso y minucioso. Soy licenciado en Historia, y ya se sabe que sarna con gusto no pica, así que disfruté con ese proceso. Que no se haya explicado bien esta parte de la historia no quiere decir que no haya documentación; más bien quiere decir que no ha habido interés en que se conozca. Yo disfruté mucho en ese viaje, que fue un aprendizaje impresionante para saber cómo funcionaba la trata de esclavos transatlántica, cómo funcionaba un ingenio de azúcar del siglo XIX o cómo era La Habana de esa época.
Un engranaje sostenido por el estatus quo del momento, ¿no?
Sí. Fue interesante navegar también por un sistema político que creaba, sostenía y permitía vivir y enriquecerse a personajes como Pedro Blanco. Para mí fue un viaje apasionante y me alegra saber que a mucha otra gente también le ha parecido un buen libro para pasar el rato, entretenerse, y quizás mirar a la historia de una forma diferente.
¿Tiene nuevos libros en perspectiva?
Intento hacer de este tiempo muerto una época fértil y estoy escribiendo varias cosas, ya veré cuál de ellas se impone. Me gusta tener siempre dos o tres ideas abiertas y ver cuál es la que va tomando más vida o más sentido, o cuál me apasiona más. No soy un escritor de fórmula, y siempre que escribo lo hago para comprender algo o responderme a una pregunta. Me tiene que apasionar lo que escribo, porque si no tengo la pulsión de la pasión soy incapaz de llevar un libro a buen puerto.
¿Se le ha quedado algo en el limbo por el estado de alarma?
Varias cosas. Estábamos rodando en México y todo ha quedado en el aire. También tenía alguna cosa en España y ha ocurrido lo mismo. Afortunadamente, surgió el proyecto que estamos viendo en La 1, y es lo que me permite seguir trabajando. Espero retomar, si no todo, sí parte de lo que estaba pendiente cuando nos quedamos encerrados en casa.
PERSONAL
Nombre completo: Carlos Encinas Bardem.
Edad: 57 años (7 de marzo de 1963).
Lugar de nacimiento: Madrid.
Familia: Está casado con la actriz Cecilia Gessa. Es hijo de Pilar Bardem y hermano de Javier y de Mónica Bardem.
Formación: Licenciado en Historia.
Política: Es muy conocido por su posicionamiento político de izquierdas, lo que le ha valido muchas críticas desde sectores de la derecha española. Suele participar en distintas causas sociales y la última ha sido Santuario, una película documental sobre la Antártida y los efectos que en este paraje está teniendo el cambio climático. En este proyecto de Greenpeace ha estado junto a su hermano Javier.
Trayectoria: Es actor, guionista y escritor. Debutó en el cine en 1996 con Más que amor, frenesí, y su nombre aparece en obras tan conocidas como Perdita Durango (1997) Alatriste (2006), Los fantasmas de Goya (2006), Celda 211 (2009), Alacrán enamorado (2013, película adaptación de un libro homónimo escrito por él) y Renko (2020), entre otros muchos títulos. También en televisión ha trabajado mucho, por ejemplo en El comisario (1999), La embajada (2016), La zona (2017), El señor de los cielos (2018), Inés del alma mía (2020), El Cid (2020) y ahora Diarios de la cuarentena (2020), entre otras. También ha escrito libros, como Muertes ejemplares (1999), Buziana o el peso del alma (2002), Alacrán enamorado (2009) y Mongo Blanco (2019).