“La adicción es la punta del iceberg en los adolescentes”
“Un consumo no empieza de la nada. Tiene un recorrido previo que nos da indicios de que ahí pasa algo”, advierte la psicóloga clínica Marta Golanó
Marta Golanó, psicóloga clínica y doctora en psicología, con más de 20 años trabajando en la primera infancia y la perinatalidad desde un servicio publico de Catalunya, como es el caso del CDIAP (Centro de Desarrollo Infantil y Atención Temprana), será la encargada hoy de poner el broche de oro a una jornada técnica para analizar los nuevos desafíos frente a las adicciones. Lafundación Jeiki, que forma parte de la diócesis de Vitoria y que anteriormente se conocía como Proyecto Hombre, organiza este acto en el palacio Villa Suso, que empezará a las ocho y media de la mañana y que seguirá por la tarde, momento en el que los diversos ponentes realicen tres talleres simultáneos que buscan profundizar en los contenidos abordados durante la mañana.
¿Qué va a contar a los profesionales que trabajan en el campo de las adicciones en esta jornada técnica?
–Voy a hablar de algunos conceptos muy esenciales, muy básicos, para cualquier tipo de ayuda terapéutica. Voy a hablar, sobre todo, del concepto de mentalización y del de confianza epistémica o confianza en el terapeuta, en el tratamiento, en la propuesta terapéutica. Precisamente, tengo mi tesis doctoral en mentalización parental. Y me pidieron mi colaboración en esta jornada para poder conocer un poco más sobre ellos, que son clásicos, porque provienen de unas teorizaciones ya de hace muchos años, pero en los últimos 15-20 años, se ha desarrollado mucho la investigación en mentalización aplicada a diferentes contextos terapéuticos para padres, familias, jóvenes con distintos tipos de problemas, etc.
¿Y tienen alguna ventaja en especial?
–Tienen un especial interés porque van a la raíz un poco de lo que pensamos que hay una falla básica, digamos, en muchos tipos de trastornos o de personas que tienen dificultades en este concepto de regularse emocionalmente, en el que están implicados estos conceptos de mentalización. Cuando tenemos personas con mucha impulsividad, por ejemplo, estamos hablando de que en el fondo, hay una dificultad en mentalizar sus propias emociones. Entonces, tenemos que activar su capacidad para tolerar el malestar y la frustración para que puedan ellos mismos regular sus propios impulsos. Esta es la idea básica, el corazón, el núcleo de lo que consideramos nosotros.
En Euskadi, diversos estudios coinciden en señalar que el consumo de tabaco y alcohol va a en descenso entre la juventud, pero como nunca hay que bajar la guardia, ¿qué falta por hacer?
–Falta por hacer que haya más tolerancia, más espacios de reflexión, más tiempo de reflexión, más tiempo de espera. Actualmente todo lo queremos muy rápido, todo lo queremos muy inmediato, cualquier proceso de elaboración de espera parece que sea mucho, ¿no? Tenemos unas redes que nos impulsan a consumir mucho y nuestros jóvenes realmente son a veces muy víctimas de esto. Ellos buscan también soluciones rápidas, inmediatez en resolver problemas, en tolerar duelos. Pero estos tiempos de la mente y de los sentimientos humanos necesitan tiempo, palabras y escucha.
¿Qué factores pueden llevar a una adicción en adolescentes?
–Bueno, hay muchos factores que pueden llevar a la adicción en adolescentes. La adicción es la punta del iceberg. Y en el fondo, hay dolor, hay malestar, hay inmediatez, hay querer pertenecer a un grupo social quizás, pero en muchas ocasiones hay dolor y hay no tolerar ese dolor. Igual que otros problemas que tenemos en la adolescencia: a veces, las autolesiones y el suicidio, son maneras que tenemos los humanos de acabar rápidamente con un malestar y con un dolor muy profundo. Por eso, nosotros apostamos por entender sobre todo ese dolor subjetivo y generar lo que falta actualmente en las sociedades, como espacios de escucha, de reflexión, de lentitud, de tolerar estos tiempos de los jóvenes y de todos. A veces tenemos un duelo incluso los adultos y ya tenemos ganas de salir de él, pero los tiempos de nuestro corazón son otros.
¿Qué hay de cierto en que cuanto más joven se accede a una droga, más probable es que esa adicción se cronifique?
–Bueno, yo creo que no necesariamente, siempre estamos a tiempo de salir, siempre. Siempre estamos a tiempo de cambiar todo. Una persona joven lo importante es que tome conciencia del dolor que tiene, que pueda tolerar ese malestar y pueda ver lo que se está perdiendo si sigue consumiendo.
La Fundación Jeiki atiende a 184 adultos y 62 familias de Vitoria en lo que llevamos de año para superar su adicción
¿Cuáles son las consecuencias psicosociales más preocupantes del consumo de sustancias?
–Bueno, pues que probablemente te alejas de un grupo social y de unas oportunidades de aprendizaje, de realizar una carrera, de compartir y de generar relaciones sociales basadas en la reciprocidad. A una persona que consume, le cuesta mucho tolerar el malestar, como decía antes, pero también tolerar lo que supone una relación interpersonal en la que hay que tener en cuenta el punto de vista del otro, tener en cuenta al otro, tenemos que tener reciprocidad para dar y para recibir y eso supone un tiempo y a veces unos malentendidos. Y hay que poder tener el espacio mental para superarlos. Y a veces la persona que consuma está metida en una rueda de mucha inmediatez, de mucha rapidez, que ese consumo le impide estar en esas relaciones interpersonales. Por no decir también, lo que decía antes, de una carrera, un desarrollo profesional y de aprendizaje que, evidentemente, si está en consumo, tampoco puede realizar esos aprendizajes o lo realiza de manera muy atropellada.
Pantallas, alcohol y drogas: la juventud al límite
Porque esa persona no está centrada.
–No está centrada, hay mucha hiperactividad, hay mucha ansiedad y la manera que tienen de resolver esa ansiedad es consumiendo, con lo cual entran en unas ruedas, en unos círculos viciosos que se van retroalimentando a sí mismos y tienen que poder salir de ese círculo vicioso. Por no hablar, por ejemplo, si hay hijos de por medio, de cómo toleran lo que supone la crianza. Es muy difícil, digamos.
¿Qué puede hacer la familia para que no caigan en esa espiral?
–Pues yo diría que estar muy atentos a lo que nos dicen los jóvenes, a cómo están, a sus estados emocionales. De hecho, es de lo que voy a hablar. Un consumo no empieza de la nada. Como no empieza de la nada ningún trastorno adolescente. Tiene un recorrido previo que nos da indicios de que ahí pasa algo: cómo estamos, cómo somos padres de esos niños, de esos chicos que tienen 15 años a lo mejor, pero cómo hemos sido padres antes de los 15. En los 10, en los nueve, hay infinidad de oportunidades para estar con nuestros hijos, para estar atentos a qué sienten, cómo se sienten, cómo viven sus relaciones sociales. Y ahí es donde tenemos que estar para evitar cualquier dificultad. Si estamos cerca emocionalmente, probablemente evitaríamos muchos trastornos. Entre ellos, la adicción.
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