La nueva generación de pastores alaveses se forma en Arantzazu
Los gasteiztarras Pablo Álvarez y Pablo González representan una nueva mirada hacia el campo y lideran una apuesta por el relevo generacional en la ganadería
La Escuela de Pastores de Arantzazu inicia una nueva etapa con dos jóvenes alaveses entre su alumnado. Se trata de Pablo Álvarez y Pablo González, amigos de Gasteiz que, con 23 y 25 años respectivamente, no dudaron en formarse en un entorno único como el del centro ubicado en Oñati. Ambos han decidido dar el salto a un sector que clama por un relevo generacional cualificado y a la altura de los nuevos tiempos.
Pablo Álvarez estudió Ingeniería Mecánica y, tras haber trabajado en su campo, se dio cuenta de que “no era lo que me motivaba de verdad”. Así, se unió a su amigo, ingeniero agrónomo, y juntos decidieron formarse en el sector. “Tras ver cómo se ha ido jubilando la gente y compartir la misma inquietud”, explica, “tomamos la iniciativa de aprender”.
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El curso en el que están inscritos ambos gasteiztarras está principalmente orientado a la ganadería de ovino y caprino, es decir, de ovejas y cabras. “Luego tiene un enfoque más hacia la producción de productos lácteos, sobre todo queso, pero como la base de la ganadería es común, estudiar esto te abre el conocimiento a más tipos de ganado”, detalla Pablo González. “Aprendes a pastorear, entender el monte y poder vivir de él”, resumen ambos.
Ganadería extensiva
Al ser preguntados por el tipo de explotación que les gustaría llevar a cabo, coinciden en una ganadería extensiva ligada al pasto, ya sea con ovino, caprino o vacuno. “Extensiva en el sentido de aprovechar los recursos naturales, como los pastos de Álava o Euskadi”, aclaran. En este sentido, consideran que el territorio tiene “potencial tanto para alimentar ese ganado como para mitigar los efectos del cambio climático que estamos viviendo, y para hacer que sea una zona segura, que no se convierta en un cordón de fuego si llega un verano muy seco”.
El proyecto, presentado en el caserío Gomiztegi de Arantzazu, busca garantizar el relevo generacional en el sector ganadero, algo para lo que Pablo Álvarez y Pablo González se muestran más que dispuestos. “La mayoría de las titularidades son de personas mayores de 55 años, así que en los próximos años habrá muchas oportunidades para dar el relevo”, señala González.
Ahora bien, ambos reconocen que la responsabilidad es compartida. “Debe gestionarse bien, tanto por parte de quienes tienen que dar el relevo como de quienes lo queremos recoger, y también por parte de la administración, que debe facilitarlo y crear figuras intermedias que ayuden a consolidar esos proyectos”, apunta.
Uno de los riesgos de no garantizar ese relevo es que las fincas rústicas con “mucho potencial” acaben transformándose para otros usos, como la construcción o la instalación de energías renovables, parques fotovoltaicos o macroparques. “Sería una pena”, lamentan, “porque venimos de una zona muy ligada a la ganadería extensiva, al pastoreo y a la producción de alimentos”.
“Es un momento en el que coinciden las oportunidades: gente que se jubila y gente con ganas de empezar o continuar un proyecto"
Según explica Álvarez, la Diputación Foral de Álava realiza un censo de explotaciones ganaderas en el que también se pregunta a los propietarios qué planes tienen para el futuro. “Aproximadamente, en los próximos cinco años, unas 800 explotaciones cesarán su actividad”, apunta. “Es un momento en el que coinciden las oportunidades: gente que se jubila y gente con ganas de empezar o continuar un proyecto. Creemos que es el momento de dar un empujón para que el sector no se quede en agua de borrajas y para poner en valor todo ese conocimiento que se ha transmitido de generación en generación”, añade.
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“Defender lo nuestro”
En cualquier caso, ambos están concienciados con la importancia de fortalecer la soberanía alimentaria y el kilómetro cero. “Se trata de no dejar en manos de otros países la producción de alimentos y poder decidir comer queso de ovejas y pastores de aquí. También es, en parte, decidir qué comemos y defender lo nuestro”, afirman. A su juicio, “cada vez hay más conciencia social y se da más importancia a los hábitos de consumo, algo esencial para que el tejido empresarial local siga vivo y se consolide. Es fundamental aprovechar los recursos que tenemos aquí”.
Las barreras para adentrarse en la ganadería, sin embargo, no son pocas. “El único modelo viable es o bien venir de familia ganadera, o bien asociarte con alguien para que el proyecto sea sostenible, porque, por las cargas de trabajo y la intensidad del oficio, hacerlo solo no es viable”, reconocen.
"Es importante tener referentes jóvenes para no perpetuar la idea de que este es un sector solo para personas veteranas"
Uno de los principales retos, aseguran, es el acceso a la tierra. “En los últimos años ha vuelto el interés por vivir en el campo, por lo que ha aumentado el número de personas que quieren acceder a fincas, ya sea para tener un lugar donde retirarse o para construirse una casa”, explica Álvarez. “Creemos que las instituciones deben fomentar y facilitar oportunidades para poder instalarse en el entorno rural y vivir de él”, añade.
Por su parte, González considera importante “tener referentes jóvenes, no solo ver a gente mayor, porque eso puede generar rechazo o perpetuar la idea de que este es un sector solo para personas veteranas”. Recuerda, además, que “cuando hice el cambio a Bachillerato, en ninguna de las mentorías se mencionó la posibilidad de dedicarse a la ganadería o al campo”.
Otro hándicap es la falta de infraestructuras que permitan a los pequeños proyectos transformar y comercializar sus productos. “En Álava no hay, por ejemplo, un matadero ni un centro de transformación de alimentos. Eso sería clave para que más gente se animara a emprender sin tener que desplazarse lejos para procesar o vender sus productos”, precisan.
La relación con los ganaderos tradicionales tampoco es sencilla. “A veces cuesta que acepten a gente nueva, porque históricamente se ha percibido como competencia. Pero ahora sobra campo y falta ganado para mantener el entorno”, explican. “De entrada, algunos no confían en lo que les contamos, pero con ilusión, respeto y diálogo, poco a poco cambia la percepción. Eso se arregla hablando, hablando y hablando”.
“Urge proteger la agricultura, la ganadería y la pesca y la economía rural con un marco regulador”
Pablo Álvarez y Pablo González son un claro ejemplo de que hay vida y oportunidades laborales más allá de la ciudad. Por eso, invitan a otros jóvenes “a repensar las cosas”. “Cuando eres joven tienes más opciones y más margen para probar”, sostienen. “Si ves a alguien que hace algo que te gusta, pregúntale. Nos han inculcado que el éxito pasa por la universidad, y los dos venimos de la universidad, pero ahora sentimos que quizá hemos retrocedido para dar dos pasos hacia adelante”, concluyen.
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