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Txabi FranquesaActor

“Estoy aquí para minimizar las tragedias que vivimos y convertirlas, si podemos, en carcajadas”

El Prado cierra este sábado las sesiones del Rincón del Humor y lo hace con el regreso a la capital alavesa de Txabi Franquesa

“Estoy aquí para minimizar las tragedias que vivimos y convertirlas, si podemos, en carcajadas”Cedida

Lleva un cuarto de siglo haciendo que la carcajada sea su compañera de viaje, más allá de que el actor también es guionista, presentador, reportero... Txabi Franquesa regresa este sábado a Vitoria para compartir con el público Hablando con Franquesa. Será a las 19.30 horas en el Rincón del Humor, en el Prado.

Trabajar mientras todo el resto del mundo está de fiestas. 

–(Risas) Si nos pusiéramos en plan negativo, le podríamos encontrar algún que otro pero a esto, pero creo que tengo una de las profesiones más bonitas del mundo. A pesar de mi pesimismo vital, tener esta profesión es algo afortunado. Estoy orgulloso de dedicarme a esto y es algo que protejo y que disfruto muchísimo.

Que el público esté en plenas fiestas, ¿ayuda al espectáculo, es indiferente...? 

–Bueno, podríamos hacer muchas conjeturas. Es como cuando te preguntan si la gente se ríe de lo mismo en Málaga que en Santiago de Compostela. Sí hay una diferencia en un aspecto. Cuando uno paga una entrada para ir a un teatro porque tiene una intención muy concreta de ir a ver a alguien, hay una autosugestión importante. Eso puede que no se de en una actuación al aire libre gratuita. Pero es que el humor es muy sencillo. O conecta o no. Si conectas, te da igual la manera por la que has llegado a la actuación y el contexto. Es como leer un buen libro. Si cuando estás con él se para el tiempo, esa historia te ha gustado. Pues con un espectáculo de comedia es exactamente lo mismo.

Un cuarto de siglo sobre los escenarios

En este espectáculo, ¿con qué se va a encontrar la gente que acuda? 

–Se va a encontrar con la esencia de Txabi Franquesa, de una trayectoria de 25 años de profesión, resumida. Este montaje recoge momentos de mi trayectoria anterior, pero en él también se juega mucho con la improvisación. Todo montaje tiene un esquema básico, eso es así. Pero hasta que no me encuentro a la gente delante y veo por dónde respira, no decido por dónde tirar. Eso lo aprendí muy bien una vez en una actuación en Sevilla.

Txabi Franquesa

¿Qué pasó? 

–Era una historia para una fundación. No sabía para qué tipo de gente iba a actuar. Pero antes de empezar, cuando observé la gente que estaba accediendo a la sala, me encontré con un público en el que la media era de 75 y 80 años. Ahí supe que tenía que modificar mi propuesta casi por completo para conseguir que aquel público disfrutase. Fue el detonante de algo maravilloso porque aprendí a, sin perder ni mi esencia ni mi sentido del humor, adaptarme a las personas que tengo delante.

Cuando usted empezó la situación era distinta, pero hoy, con la presencia de las redes sociales, se ha pasado a un momento en el que todo lo que dice alguien, en este caso un cómico, tenga una magnitud excesiva. 

–Lo que pasa es que la sociedad ha cambiado mucho. En estos 25 años, he sido de los que, de alguna manera, he intentado adaptarme, en el sentido de que he ido creciendo con mi propia comedia. No soy la misma persona de hace 25 años. Tampoco el mismo cómico. En esta profesión, como en cualquier otra, hay gente que se aferra a su forma de hacer. Pero yo he evolucionado como también lo ha hecho la gente que me sigue. En lo que hacía hace 25 años veo la esencia pero tampoco me veo identificado. Creo que eso es una buena señal. No todo lo que ha ido viniendo en este tiempo me ha gustado.

¿En qué sentido? 

–En muchos. Yo no creo que todos los cambios que se han producido en los últimos 25 años hayan sido para bien. En este tiempo la propia comedia ha evolucionado y han aparecido cosas maravillosas, pero al mismo tiempo se ha coartado la libertad a la hora de ejercerla. En la vida en general también creo que hay cosas que no han ido a mejor. Estamos como en el cuento de la criada. En algunas cosas estamos volviendo otra vez al principio. Mi humor tampoco intenta trascender. Es decir, hay gente que con su discurso, sea humorístico o no, quiere trascender, mandar un mensaje... Pero yo ya sé que estoy en esa franja de edad en la que no puedo cambiar el mundo. Lo único que quiero es entretener. Si puedes pensar mínimamente, estupendo, pero no es mi objetivo. Yo estoy aquí para minimizar, de alguna manera, las tragedias que estamos viviendo, y convertirlas, si podemos, en carcajadas.

"Espero poder tener algo de tiempo en Vitoria. Tengo amistades allí, además. Y bueno, no vamos a hablar de la gastronomía"

El público

A lo largo de estos años ha hecho mucha televisión. Ahora que repiten tanto programas de hace tiempo, ¿cuando se ve, se queda o pasa? 

–Nunca me ha gustado especialmente verme. Disfruto mucho más viendo a otros compañeros. Hombre, a veces tienes que verte porque es necesario comprobar algunas cosas. Pero lo veo de una manera muy superficial. Ni me identifico demasiado con la persona que veo. El humor es algo que nace mucho de las entrañas. Cuando te ves, siempre te encuentras errores, sobre todo cuando eres tan perfeccionista como yo. Así que intento no machacarme mucho. Con los años he aprendido a no juzgarme demasiado.

¿Cómo es eso de estar siempre solo en el escenario y delante tanta gente? 

–Hace tiempo que no lo valoro. Siempre hago la comparativa con el trabajo que pueda tener mi prima o mi hermano... Me parece más complicado pensar en tener que ser yo un administrativo que entra todos los días a trabajar a las ocho de la mañana con hojas de Excel, que no he sabido en mi vida manejar. Para mí eso, estar cada jornada estar ocho horas delante del ordenador, tiene una dificultad tremenda. Para mí, lo que yo hago, es algo muy natural. Hay compañeros de profesión que antes de empezar no se quitan el nerviosismo y llegan a tener ansiedad. Yo, en ese aspecto, no. Es mi medio. Quiero subir al escenario porque es mi hábitat natural. Igual no tanto un set de grabación o algo por el estilo. Pero en el escenario, el volante de la nave lo llevas tú. Es el sitio donde siento que me tocaba estar. Está el trabajo, el talento, la práctica pero también la dotación. Yo soy un auténtico inútil para muchas cosas, pero hay algunas pocas para las que estoy dotado, que se me dan bien. Y la comedia es una de ellas. Es un privilegio que tienes que trabajar, saber aprovechar, disfrutar y bendecir.

¿Bendecir? 

–Imagina que eres futbolista. No tienes que dar por hecho que es normal que estés ganando ocho millones de euros por temporada. No. Tienes que bendecir que eso pase, tienes que disfrutar de ese privilegio. Y reconocer que no eres más que los demás por estar en esa situación. Tienes una responsabilidad que es hacer disfrutar a los demás con tu fútbol. En mi caso, yo tengo que hacer disfrutar a los demás con mi comedia.

Tras la actuación, ¿habrá tiempo para disfrutar un poco de La Blanca o...? 

–Esperemos que sí. Pero muchas veces, con las agendas que tenemos, es complicado. Yo hay veces que llego a una ciudad a las siete de la tarde, actúo a las nueve, me voy al hotel a las once y me levanto a las seis del día siguiente para pillar un tren, un avión o un coche. Siempre digo que esta es la parte odiosa de este trabajo. Es la que no se ve. Pero es por la que cobro. Por subirme a un escenario no cobro. Lo hago por todo lo demás. Pero espero poder tener algo de tiempo en Vitoria. Tengo amistades allí, además. Y bueno, no vamos a hablar de la gastronomía (risas).