Indiferentemente de las incontables formas que cada cual tenga para divertirse, sea en cuadrilla, con la familia o en pareja, la realidad es que La Blanca se vive en la calle. Así lo ha vuelto demostrar esta nueva edición de fiestas, que deja tras sí un inmejorable sabor de boca y más participación que nunca, especialmente entre blusas y neskas; alrededor 9.000. Aunque claro, habrá que esperar al balance que haga el Ayuntamiento de Vitoria cuando los festejos lleguen a su fin.
Unas fiestas que han vuelto n a ser plurales, con actividades para todos los públicos y en múltiples espacios del centro de la ciudad, especialmente en zonas del Casco Viejo y el Ensanche. Arterias que se han convertido en escenario de txarangas, txistularis así como otros entes festivos, como Djs, encargados de animar –más si cabe– ese espíritu juerguista que, lo reconozcan o no, acumulaba cansancio y falta de horas de sueño.
Y es que para aquellos jóvenes, adultos y veteranos a los que no les bastaba con disfrutar de las horas de un abrasante sol, la noche les esperaba con los brazos abiertos. Sin duda, el gran reclamo, al igual que todos los años, ha sido la Kutxi. Este sábado, sin ir más lejos, la arteria más popular de Gasteiz volverá a lucir a rebosar de gente; tanto local como de otras partes de Euskadi y Navarra; principalmente.
Reinará de nuevo la euforia colectiva, tanto en el interior como en el exterior de las tabernas, que funcionarán a todo gas, algunas incluso atendiendo a la clientela en una barra improvisada instalada en la entrada. Todo para atender una alta demanda de forma más rápida.
Cada noche, la música comercial de los bares y pubs de la calle se mezcla con la inconfundibles melodías de las fanfarres que acompañan a la casi treintena de cuadrillas de blusas y neskas. Cierto es que muchas de las formaciones, especialmente las más numerosas, trataron de evitar pasar por Cuchillería debido a la gran marea de gente que transita por ella. También por la seguridad de los músicos a la hora de hacer sonar sus instrumentos.
Asimismo, Mateo Moraza también ha vuelto a consolidarse como una de las arterias más demandadas en estas fiestas de la patrona. Y es que, pese a estar muy concurrida, especialmente las primeras noches, su amplia acera oferta una mayor comodidad a las formaciones. Una arteria capaz de interconectar generaciones y mezclas de estilos, pues siempre hay quien prefiere divertirse al ritmo de las canciones suenan en los seis locales de ocio nocturno que habitan en esa calle hasta horas tardías de la madrugada.
Tampoco cabe ni un alfiler en zonas como la Cuesta de San Francisco, San Vicente y Portal del Rey, que dan cobijo a grupos de jóvenes, adultos e incluso familias con txikis, en muchos casos.
Las plazas más abarrotadas
La noche también se adueñaba de las principales plazas de la ciudad. Como la del Ayuntamiento (plaza Nueva), donde cada noche diferentes grupos despliegan su repertorio. Todo un clásico que en cada edición de las fiestas congrega a miles de jóvenes y veteranos que esperan ansiosos a mover el esqueleto.
Asimismo, la plaza del Arca también se corona como otro de los principales epicentros festivos. A las tablas de este espacio se subieron el pasado día 4 Orekka y, el 6, los eternos Joselu Anayak, que a juzgar por las fotografías tomadas, lucía a rebosar de jóvenes cuadrillas que tenían un sinfín de horas de disfrute por delante.
Los Fueros vibró en esta edición de La Blanca con referentes del panorama nacional. Bulego, Rozalén, Mago de Oz, Isabel Aaiún y Zea Mays pusieron al público en pie por las noches – a las 00.00 horas– con cada una de sus canciones.
Tatta&Denso, Gorka Urbizu e Izaki Gardenak, por su parte, hicieron vibrar la plaza de El Machete con su música. Mientras tanto, grupos y solistas locales tuvieron la oportunidad de tocar en Falerina.
Fuegos artificiales
Lejos del alboroto del centro de Vitoria, el recinto ferial de Mendizabala invita un plan más familiar. Son miles los gasteiztarras que durante estos días han acudido hasta allí para disfrutar de la oferta de barracas y gastronomía ya entrada la noche. Sobre la vegetación del Monte de La Tortilla, los gasteiztarras han disfrutado cada noche del espectáculo de fuegos artificiales; todo un clásico en La Blanca.
Y, para aquellos con un aguante infinito, esperaban cada noche en el Campus Universitario de Álava las txosnas, considerado uno de los motores sociales de estos días. Un lugar que sirve como escenario de conciertos, actividades sociales, reivindicación política y también de propuestas gastronómicas. Como siempre, las encargadas de poner el broche final a La Blanca.