El Toro de fuego es uno de los eventos más mágicos y una de las citas infantiles que más adeptos reúne durante las fiestas de La Blanca. Cada noche, del 4 al 9 de agosto, la calle Olaguibel se llena de centenares de niños, y también de familias, que abarrotan la vía y corren delante de un astado que, en realidad, no lo es. Se trata de una persona que transporta un armazón cargado de pirotecnia, cohetes, cartuchos y petardos que estallan provocando un sinfín de emociones entre el público asistente.

Esta actividad, de aproximadamente 30 minutos de duración, cuenta con dos encierros simultáneos que parten desde el centro de la calle Olaguibel en direcciones opuestas. Cabe recordar que, por segundo año consecutivo, el encierro comienza a las 22.30 horas, media hora antes que en 2023 y una hora antes que en 2022. Antiguamente solo se soltaba un toro, por lo que este formato ha contribuido a aumentar la presencia infantil y a duplicar la adrenalina y el nerviosismo de la cita.

Toros de fuego en la calle Olaguibel DNA

Si algo caracteriza a los aclamados encierros del Toro de fuego es, precisamente, el griterío de los más jóvenes y el característico olor a pólvora que desprende el armazón. “¡Sujétame bien!” o “¡Que viene, que viene!” son probablemente las frases más repetidas durante los recorridos por la calle Olaguibel y las pocas que se pueden escuchar debido al alboroto.

Para los más txikis de Vitoria, se trata de una cita con la adrenalina en estado puro. Eso sí, además de los más pequeños, también se suman cuadrillas de jóvenes y un público adulto que no ha perdido la ilusión. Muchos de ellos encuentran su mayor emoción en contemplar cómo disfrutan los niños junto al toro.

Como no podía ser de otra manera, hay quienes prefieren ver los toros desde la barrera —ya sea subidos a un contenedor o encaramados a una señal de tráfico—, aunque también hay valientes cuyo único objetivo es acercarse lo máximo posible al toro, tocarlo o incluso pegarle una pegatina.

El toro, bien escoltado

Una tarea, por cierto, nada sencilla. El toro siempre va escoltado por su equipo de seguridad, cuya labor es evitar empujones, golpes o accidentes. Es una figura muy bien protegida que, conforme avanza el tiempo, parece “ponerse bravo”, especialmente cuando llega el momento más álgido con la traca final que lanza desde la ruleta situada sobre su cabeza.

Toros de fuego en la calle Olaguibel DNA

Entre encierro y encierro, la música de la Banda Municipal se hace notar con una txaranga que interpreta clásicos de las fiestas y canciones populares como el himno del Deportivo Alavés. Ahora bien, en cuanto se prende la mecha del Toro de Fuego, la música queda en segundo plano ante el estruendo de petardos y los gritos del público. Algunos optan por correr en cuanto arranca el encierro; otros, en cambio, se mantienen firmes, cara a cara con el toro.

Para los niños y niñas, la espera hasta la salida del toro se hace eterna. El mejor remedio para calmar los nervios suele ser idear estrategias para acercarse más al astado durante la carrera y decidir dónde colocarse, cuándo salir o cómo esquivar las chispas del fuego.

El Toro de fuego seguirá llenando de emoción, adrenalina y color la calle Olaguibel durante todas las fiestas de La Blanca. Cada noche, quienes se atrevan podrán correr ante el astado desde las 22.30 horas y guardar en la memoria una de las experiencias más intensas de las fiestas.