Para la alcaldesa de Vitoria, Maider Etxebarria, el día 4 de agosto supone repasar con minuciosa atención una agenda “más apretada” de lo habitual. Porque antes de llegar a ese momento de celebración conjunta, el chupinazo, donde Celedón reabre un nuevo capítulo de fiestas de la Virgen Blanca, aún había mucho por hacer desde el despacho de Alcaldía.
Sin ir más lejos, un carrusel de entrevistas al que atender. Una detrás de otra. La primera de ellas con Onda Vasca, a las 8.30 horas. De igual forma, se citó con con otros medios locales, en especial radios, donde las conversaciones giraron en torno a temas de actualidad, como la huelga de jardineros, y, en un plano más festivo, todo lo que iba a ocurrir instantes más tarde en La Balconada de San Miguel.
Así, la mañana de la alcaldesa discurrió entre las distinguidas paredes del Consistorio gasteiztarra. Allí, se reunió con otros líderes políticos para dar un último repaso a los diferentes dispositivos desplegados sobre las arterias centrales de la capital alavesa. En este sentido, Etxebarria cerró con los concejales Pascual Borja, del ramal de Limpieza, y Ana López de Uralde (Igualdad) los detalles operativos siguieran su cauce.
En el caso de la recogida de residuos, destacar que se desarrolló “sin incidentes” y en “cincuenta minutos”, según matizaban fuentes del servicio, quienes también quisieron agradecer la colaboración ciudadana.
“La emoción se impone”
Si algo emociona a la alcaldesa de Vitoria es el lanzamiento de cohete festivo. Pero también los momentos de reencuentros con “las autoridades invitadas, a los lanzadores del chupinazo, a la ciudadanía que ha podido acceder a la balconada y también a muchas personas conocidas a las que apenas tengo tiempo de ver a lo largo del año y con las que me reencuentro en un ambiente más distendido”.
Y es que para Etxebarria, “la emoción se impone” por la tarde. “Los minutos previos al chupinazo la adrenalina se dispara. Y el chupinazo es el no va más. No hay nada que se pueda comparar con ese momento en el que se enciende la mecha y estalla el cohete que marca la bajada de Celedón, desatando la alegría y la fiesta”, compartía una entusiasmada Etxebarria.
Asimismo, otro de los momentos que la alcaldesa vivió con especial admiración fue cuando el aldeano de Zalduondo, encarnado por Iñaki Kerejazu, anudo en su cuello el pañuelo rojo de fiestas. Tampoco faltaron los abrazos frente a una multitud que paulatinamente se iba dispersando hacia otras arterias centrales. Ni divertidos bailes con Ojo Biriki, el cabezudo más popular de la comparsa vitoriana.
Ida a las Vísperas
Instantes más tardes, a las 19.15 horas, cuando la limpieza se impuso de nuevo en La Virgen Blanca, la comitiva municipal protagonizó la ida a las Solemnes Vísperas desde la Casa Consistorial. Un acto que estuvo arropado por la Banda Municipal de Música, la Banda Municipal de Txistularis, la Comparsa de Gigantes, Cabezudos, Caballos y Sotas y bandas de gaiteros. Así, el grupo puso rumbo hacia la Iglesia de San Miguel.
Horas después, al filo de las 22.00, Etxebarria cerraba parte de la jornada en la tradicional Procesión del Rosario de los Faroles por las calles del centro, donde los faroles y las carrozas luminosas se convirtieron un año más en los protagonistas de ese espacio.
Recuerdos de La Blanca
En un ámbito más personal, Etxebarria compartía su recuerdo más personal de las fiestas, “siempre en compañía de mi familia”. “Eran muy especiales porque suponía volver a Vitoria, durante los años que estudié y trabajé en el extranjero, y disfrutar de La Blanca con mi cuadrilla de amigas”, matizaba la alcaldesa de Vitoria, para quien, seguro, que las de este 2025 serán nuevamente especiales y, sin duda, multitudinarias.