De Vitoria a Salamanca a pie en 14 días
El magistrado gasteiztarra Paco García emprende junto a su hijo, Julen, un reto muy particular y personal
417 kilómetros a pie en 14 días. Una travesía de plaza a plaza. Desde la Virgen Blanca de Vitoria hasta una de las mayores joyas barrocas de Salamanca: la Plaza Mayor. Ese es el reto personal que el pasado lunes emprendió el gasteiztarra Paco García junto a su hijo Julen, de 18 años. “Se ha animado a hacer esta ruta conmigo, y yo estoy encantado de hacerla con él”, compartía el vitoriano con este diario días antes de partir.
Este domingo, sin ir más lejos, ambos desarrollan la sexta etapa del denso itinerario. Un reto un tanto particular, que ha bautizado como Dos plazas, porque une “los dos lugares más emblemáticos de cada ciudad”, y que le va a permitir cumplir por fin la promesa que arrastra desde hace treinta años; la de caminar a pie hasta la capital que le brindó la oportunidad de ser juez. Un proceso costoso, según contaba.
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“Después de estudiar la carrera de Derecho en Salamanca, me estuve preparando cuatro largos y duros años las oposiciones para juez. Entonces me prometí a mí mismo, para animarme, que, si las aprobaba, iría andando hasta allí desde Gasteiz. Son las dos ciudades que más me han marcado”, explicaba el actual magistrado de la Audiencia Provincial Penal número 2 de Álava.
Pero además de su fuerte vínculo profesional con la tierra castellanoleonesa, García aprovecha este viaje para rememorar todos aquellos que hacía en su infancia junto a sus padres y hermanos, allá por la década de los setenta.
"Viajábamos metidos en un Seat 124 seis personas, sin nada que se pareciera al aire acondicionado"
“Solíamos pasar todos los veranos en nuestro pueblo, La Vellés (Salamanca). A veces también la Semana Santa. Viajábamos metidos en un Seat 124 seis personas, sin nada que se pareciera al aire acondicionado. Un viaje que entonces duraba seis horas por carretera nacional, porque había que hacer muchas paradas”, recordaba García.
En este sentido, el juez gasteiztarra apuntaba que hacían parada en diferentes pueblos, como Pancorbo, Brivriesca, Burgos, Villarrodrigo o Tordesillas, entre otros. “Ahora, con la autovía, ya no es lo mismo”, añadía. Concretamente, su pueblo se encuentra a tan solo 14 kilómetros la capital salamantina, en la comarca de La Armuña, “famosa por sus lentejas”. “Va a ser como volver a aquello en versión lenta”, indicaba con cierta sorna.
Asimismo, quiere tomar nota de la experiencia al completo. Y como de la parte gráfica seguramente se encargue el pequeño García, Paco recopilará en una especie de diario de viajes todo lo que considere digno de anotar, desde los lugares transitados hasta las anécdotas vividas en cada etapa.
30 kilómetros al día
Padre e hijo están cada vez más cerca de llegar al ecuador de esta aventura que les introducirá en la vida rural de “una buena parte de la España despoblada”. Zonas en las que aseguraba que no ha sido tarea fácil encontrar alojamiento. “Esta ruta no es como la del camino de Santiago, que cuenta con más infraestructuras y con más gente”, apostillaba en este sentido el gasteiztarra.
Para completar esos arduos 417 kilómetros en esa quincena marcada como objetivo, la idea es andar en torno a 30 km cada día. “Se hará más largo porque no son caminos directos”, sostenía.
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Además de lo que supone atravesar parte de la península sin ningún tipo de vehículo, existen otros obstáculos. El más peligroso, el calor. “Sin duda, es el mayor enemigo. Encima hemos tenido que escoger las fechas en las que más calor suele hacer porque no hemos no podido coincidir en otro momento por motivos laborales míos y de estudios de Julen”, señala. Para combatirlo, de la mejor forma posible, aplicarán ”las medidas habituales”. “Intentaremos madrugar mucho, evitar las horas de sol, hidratarnos y usar crema solar”, detallaba el gasteiztarra.
Un homenaje a quienes emigraron
Además de llevar a cabo el reto por una inquietud personal, García añadía que también pretende ser “un homenaje” a toda una generación de inmigrantes que llegaron hasta Gasteiz desde otras partes de la geografía nacional.
“Como mis padres y tíos, que vinieron de Salamanca en la década de los 50 y 60. También hay muchos hijos y nietos de salamantinos. Gente que contribuyó al crecimiento de la ciudad en la época de la industrialización, además de darle diversidad cultural. Se enriquecieron ellos y enriquecieron Vitoria”, compartía el magistrado.