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El router, “un parche” a la fibra óptica en el Casco Viejo

El bar Arima es uno de los negocios afectados por la falta de conexión a internet, que perjudica a la calidad del servicio

El router, “un parche” a la fibra óptica en el Casco ViejoDNA

Un grupo de comensales termina de cenar y quiere pagar con tarjeta. No puede porque falla la conexión a Internet en el datáfono. No queda otra que hacerlo a través de un bizum a la propietaria del local. La alternativa a ese fallo de red, en otro caso similar donde la cuenta ostentaba un considerado importe, fue sacar efectivo en el banco más cercano. Eran las 23.00 horas.

Lo relatado en estas líneas son dos episodios que han vivido en primera persona Maider Pérez de Heredia e Ismail Hasan en su conocido bar de la Herrería, Arima; que destaca en Vitoria por sus jugosas tortillas y carta internacional. Aunque la clave de esta información no va hacia el terreno gastronómico, sino hacia la problemática con la que llevan lidiando desde su apertura en septiembre de 2023: la falta de una conexión estable a Internet.

Pérez de Heredia recrea el gesto que debe hacer para que el datáfono pueda estar conectado a Internet.

Tal y como narra la hostelera gasteiztarra el problema se remonta a hace año y medio, al apagón del ADSL de la centralita en Zaramaga que provocó el cierre del antiguo sistema de red de cobre por el que llegaba la señal fija de Internet. Desde entonces, algunos comercios y casas del Casco Viejo no pueden acceder a la red o tienen dificultades para hacerlo. Año y medio después, la situación continúa en la casilla de salida.

 En el caso concreto de Arima, esta problemática afecta a la calidad del servicio del día a día; desde los pagos con tarjeta hasta la gestión de las reservas o la comunicación con los proveedores. Por el momento, un router 5GB es la única solución temporal a la vista que funciona como alternativa a la fibra óptica. Aunque asegura que no es suficiente y que tan solo es “un parche”. “Es un aparato que funciona con cobertura. Lo que pasa es que en el Casco Viejo no hay garantía de ella en todos los lugares”.

De hecho, en el bar “es mínima”. “Entras al bar, y a los dos metros, ya no tienes cobertura”, explica Pérez de Heredia. En este sentido, la vitoriana hace hincapié en la colocación del router en una zona “poco accesible” – justo encima de la puerta, pegado al techo– ya que “es la única zona que pudimos encontrar con cobertura estable”. Pero no siempre es así, pues si la puerta retumba y emite una vibración, hay que reiniciar el aparato. “La señal es muy inestable y eso nos complica muchísimo a la hora de trabajar”.

Un freno a la agilidad del servicio

Para gestionar el servicio de cenas, dependen “íntegramente” de una plataforma de reservas on line. “¿Qué pasa?, que hay clientes que vienen directamente al bar a hacer las reservas y tienen que esperar cinco minutos hasta que a mí se me abre la página web”, expone.

Asimismo, a la lista de complicaciones por la falta de una red eficiente, se suma la imposibilidad de comunicarse con el personal del local a través de un teléfono. “Al no disponer de cobertura, no podemos recibir llamadas, y como no hay Internet, tampoco mediante WhatsApp. Cuando salgo del bar es cuando recibo el aluvión de mensajes y correos. En el periodo de trabajo no puedo atender esto”, asegura, ciertamente apenada. 

Maider Pérez de Heredia, responsable del bar Arima

Lamentablemente, reconoce que han llegado a recibir reseñas de carácter negativo en Google debido a los problemas de comunicación. “A nosotros sí que nos interesa hacer un servicio muy personalizado, pero todo esto lo dificulta muchísimo”, agrega Pérez de Heredia. 

Y es que, un contexto cada vez más digitalizado, lo que aún no comprenden es que para poder hacer pagos con tarjeta, deban hacer equilibrios con el datáfono. “Tengo que coger una silla, acercarme a la puerta, bloquearla para que nadie entre en ese momento y dejar el router desenchufado un tiempo. Todo eso en mitad de un servicio, que tengo la barra llena y estoy dando cenas. Todo ello hace que mi trabajo sea horrible”, comparte. 

Más gasto

Por otro lado, la responsable de Arima señala el aspecto económico como otra lastra para los pequeños negocios de la Almendra Medieval. “Los routers son más caros que contratar línea de fibra óptica. Entre 50 y 100 euros más al mes. Es excesivo pagar eso por Internet”. Asimismo, no comprende por qué en su día no se realizó el acometido de fibra en todos los portales del Casco Viejo. De hecho, señala que el bar instalado a veinte metros de Arima, sí que cuenta con dicha instalación. 

Postura del Gobierno local

El Ayuntamiento de Vitoria, por su parte, continúa manteniendo conversaciones con las principales operadoras de telecomunicaciones para explorar fórmulas que permitan extender la infraestructura en la zona, aunque sostiene que “no es competencia municipal determinar como se lleva a cabo el despliegue, sino que atañe a las compañías”.

“Espero que esta cuestión no se alargue hasta verano”, expresa, por su parte, la gasteiztarra.